ESPECTáCULOS

Unos “Barriletes” para soñar por encima de la indiferencia social

En la ciudad de Paraná, Entre Ríos, una asociación civil publica una revista cuya venta permite el sustento diario de 50 familias. El proyecto social y educativo involucra a chicos de 12 años en adelante y a mayores de 21 que tienen hijos a cargo.

 Por Oscar Ranzani

La realidad argentina indica que, a pesar de las diversas normativas y de la colaboración de entidades que tienen como objetivo hacer respetar los derechos de la infancia y la adolescencia, un alarmante porcentaje de chicos vive en condiciones paupérrimas. Como consecuencia de esta situación millones de ellos son expulsados a la calle y obligados por sus mayores a cumplir roles de abrepuertas, limpiavidrios y lustrabotas, entre otros oficios informales. Por otro lado, el riesgo al que se ven sometidos por la falta de contención social y por la negligencia e ineficiencia de los funcionarios públicos, se traduce en una cruda realidad: son condenados a portar el estigma de marginales. Sin embargo, en algunos sitios, esta lógica muestra su reverso. La Asociación Civil “Barriletes” de la ciudad de Paraná, Entre Ríos, viene desarrollando un proyecto social educativo y cultural que involucra a chicos de 12 años en adelante y familias en situación de extrema pobreza. La cara visible del proyecto es la publicación de una revista mensual que tiene el mismo nombre que la asociación y que permite que más de 50 familias puedan conseguir el sustento diario, a través de la venta de ejemplares.
“El modelo lo tomamos de La luciérnaga, una publicación de Córdoba en la que participan chicos trabajadores de la calle. La gente que empezó ese proyecto formó una fundación y editaba una revista cuyos ejemplares entregaban para ser vendidos”, señala Juan Martín Basgall, responsable del área de Comunicación Social de la asociación, en diálogo con Página/12. También tiene características similares a Hecho en Bs As, una publicación mensual que venden los sin techo en la Capital Federal, y a Abrecaminos, revista destinada a difundir el trabajo en las fábricas ocupadas por los trabajadores. La franja de población que se beneficia con este proyecto de “Barriletes” está compuesta por chicos de 12 años autorizados por sus padres, o bien mayores de 21 con hijos a cargo. Todo el trabajo para que cada edición salga en tiempo y en forma está realizado por un equipo compuesto por comunicadores, trabajadores sociales, diseñadores gráficos, educadores en minoridad, estudiantes y colaboradores en las diversas áreas que no cobran nada por hacerlo.
La tirada mensual araña los 5 mil ejemplares, una suma más que considerable para que los organizadores sigan entusiasmándose con el proyecto. “Nosotros hacemos la revista y los vendedores la compran a 50 centavos y luego la venden a 2 pesos. Con esos 50 centavos que cada vendedor nos deja más la publicidad que sale en cada edición y un conjunto de padrinos que ofrecen una colaboración especial de 3 pesos por mes, pagamos el costo para imprimir la revista”, comenta Basgall. Sus mentores también la pensaron como un espacio para la concientización social y para sensibilizar a la opinión pública respecto de la problemática de la pobreza y la exclusión social. “La idea es cambiar la mirada”, destaca Basgall. Una de las características de Barriletes tiene que ver con los informes de tapa, cuyas temáticas están relacionadas con la pobreza, el hambre, la desnutrición y la violencia, e indagan en el mundo de los vendedores de Barriletes a través del relato de su cotidianidad, costumbres, entorno social y sus demandas. “También hay espacio para narrar la historia de los barrios de los vendedores”, dice Basgall. Barriletes le da relevancia a temas y principios como la solidaridad, los derechos humanos, el compromiso con la realidad social, el desarrollo cultural y la libre expresión. Las quince páginas de la revista se completan con el reflejo del accionar de instituciones y personas ligadas al trabajo comunitario y de otras iniciativas solidarias de la ciudad. “Después tenemos una sección de entrevistas que pueden ser tanto a personalidades o gente reconocida de la ciudad. Ultimamente cuando vienen los artistas los contactamos. En marzo salió una nota que nos costó mucho conseguir, que fue cuando vino Serrat. En general tratamos de reflejar la realidad del que vende la revista”, sostiene Basgall. Si bien la participación de los menores y de sus padres es solamente en carácter de vendedores, los miembros organizadores de “Barriletes” buscan que el proyecto social y educativo los involucre. Una de las patas de ese proyecto son los talleres formativos que buscan la participación de los vendedores y tienen como objetivo fundamental capacitarlos respecto del contenido de la revista, no sólo para que les permita contar con una estrategia de venta sino también como una manera de que se sientan partícipes del proyecto.
Por otro lado, este taller es un espacio donde la población beneficiaria puede presentar propuestas. “Tenemos charlas en las que se tocan los distintos temas que tienen que ver con la organización general: transmitimos cómo marcha el proyecto, los inconvenientes que tienen con la tirada. Por ejemplo, cuando tuvieron que cambiar el precio de tapa”, dice Basgall. La otra pata del proyecto ya está en marcha desde el año pasado. Se trata del programa de alfabetización destinado a la capacitación de los vendedores que no han completado sus estudios y que no sepan leer o escribir. La idea es que dispongan de herramientas que les permitan sobrevivir a la indiferencia social.

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Los vendedores de “Barriletes” están felices con el proyecto.
La temática de la revista refleja la problemática social.
 
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