ESPECTáCULOS
Los setenta de Elizabeth, la experta en matrimonios
A pesar de un historial
de divorcios, desintoxicaciones y escándalos, la diva de ojos violeta mantiene su popularidad entre un público que le perdona todo. Ahora anunció que se dedicará a la producción.
Con sus ojos color violeta fue considerada durante muchos años la mujer más bella del mundo. La variedad de papeles que interpretó va desde Cleopatra hasta la suegra de Pedro Picapiedra. Ya de joven era una verdadera diva, y actualmente, vaya donde vaya, Elizabeth Taylor, que hoy cumple setenta años, sigue atrayendo todas las miradas. Ninguna otra estrella de Hollywood despertó tanta atención sobre su vida privada, en la que figuran matrimonios, excesos, diversas estancias en hospitales y millones de dólares gastados en perfumes, joyas y vestidos.
Los méritos artísticos de la maternal amiga de Michael Jackson fueron premiados con tres Oscar y otros galardones internacionales. Ni siquiera de mayor, esta mujer, que desde pequeña fue educada para ser una estrella y que incluso para los parámetros hollywoodenses tiene una alta adicción a la publicidad, desapareció de la prensa del corazón. Y la diva no sorprende sólo al público una y otra vez, sino también a los expertos. Dos días antes de su setenta cumpleaños, apareció en una cena en Hollywood junto al “rey del pop”, con una peluca pelirroja y anunció que quiere ser realizadora de la productora Worldwide Entertainment, a la que Jackson financia con veinte millones de dólares. “Conozco este negocio desde que tengo 9 años, y quiero aprovechar lo que aprendí de los directores y aplicarlo”, señaló.
Al principio, como estrella infantil de Lassie, Liz era, con sus miradas ingenuas, la nieta soñada de todos los abuelos estadounidenses. Pero rápidamente se convirtió en una supermujer, y el terror de las suegras. Un accidente con un caballo en el rodaje de National velvet, en el que Taylor se lesionó gravemente la columna y al que se atribuyó después su propensión a las enfermedades, terminó con su inconciencia adolescente. Taylor se convirtió en una bellísima mujer y su primer éxito extraordinario fue con Gigante, que la hizo inolvidable como la última gran pareja de James Dean. A partir de entonces, Hollywood estuvo a sus pies, y Taylor, nacida en Londres, pudo elegir sus papeles. La periodista Hedda Hopper la bautizó como “la mujer más bella del mundo” a los 15.
Muchos otros le aplicaron el mismo calificativo. Sólo Richard Burton, el más impactante de sus maridos, con el que se casó y divorció dos veces, se atrevió a describirla como “gorda codorniz” de la que amaba “cada kilo”. Ya entonces, el rastro de numerosos banquetes se le había grabado en el rostro y la actriz tuvo que gastar millones en desintoxicación. El público, de todos modos, le perdonó todo. Nadie se podía enojar con una diosa del cine que había ofrecido tantas experiencias conmovedoras. Entre ellas, en su papel como hija de Spencer Tracy en El padre de la novia (1950). Madres y padres deseaban una hija así. Las niñas querían ser como ella. Y los hombres querían una novia como la Taylor.
En la versión cinematográfica de la obra de Tennessee Williams El gato sobre el tejado de zinc caliente interpretó a una mujer de clase acomodada cuyo matrimonio (su marido fue interpretado por Paul Newman) se hunde. Con De pronto un verano, también basada en una obra de Williams, se acercó a la cumbre de su carrera. Recibió el primer Oscar en 1961 por su papel de prostituta de lujo en Butterfield 8. Tras interrupciones causadas por enfermedades, en 1963 Cleopatra fue un éxito mundial y Taylor fue la primera actriz que recibió un millón de dólares de cachet. El segundo Oscar lo obtuvo en 1967 por ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, y el tercero lo recibió más adelante por su trayectoria.
Desde fines de los ‘60 ya no participó en ningún éxito. A cambio, apareció cada vez más en la prensa del corazón. Su primer marido fue el heredero de la familia hotelera Nick Hilton. El cliché “bella, rica y famosa, pero infeliz” nació tras su pronto divorcio. En su segundo matrimonio, con el actor Michael Wilding, fue una madre feliz de dos hijos. En matrimonios posteriores, tuvo una hija y adoptó a varios niños. Una similar “etapa seria” en su vida fue el matrimonio con el productor de Hollywood Mike Todd, que le garantizó papeles más ambiciosos. Todd murió en 1958 en un accidente aéreo. Su matrimonio más controvertido fue el que contrajo en 1991 con el albañil y camionero Larry Fortensky, 20 años menor que ella, al que conoció en una clínica de desintoxicación. En virtud de un arreglo de 1,5 millón de dólares, cuatro años después Fortensky se comprometió a guardar silencio sobre su historia conjunta.