ESPECTáCULOS
“Cada uno tiene su música, igual que su piel, personalidad o color de ojos”
Dino Saluzzi es uno de los músicos más importantes de la escena actual y toca mañana junto a Anja Lechner y Gandini.
Por Diego Fischerman
Dino Saluzzi lo define como un viejo proyecto. Ensaya junto a la cellista Anja Lechner. El bandoneón está apoyado sobre su rodilla, sujeto con una mano, mientras la otra recorre a toda velocidad una partitura en la que van sumándose notas. Podría decirse que su verdadero instrumento, ahora, es el lápiz. Lechner es integrante del Cuarteto de Cuerdas Rosamunde, que grabó junto a Saluzzi el disco Kultrum, una serie de piezas escritas para bandoneón y cuarteto de cuerdas, y actualmente están preparando, también para el sello ECM, un disco en dúo. Pero su presencia en Buenos Aires tiene que ver, también, con la actuación que harán mañana a las 23 en La Trastienda (Balcarce 460). Y allí habrá dos músicos más, el pianista Gerardo Gandini (que integrará un grupo de música de tradición popular por primera vez desde la separación del sexteto de Piazzolla, del que formaba parte) y, en guitarra, José Saluzzi.
“La idea de que viniera Anja a Buenos Aires es la realización de un sueño. Yo quería que viniera no sólo a tocar sino a conocer Buenos Aires, a respirar el aire de aquí, a impregnarse del gesto nuestro, del fraseo de nuestra música que es, también, el fraseo de la gente en la calle, nuestra manera de caminar. Así como cada uno tiene su personalidad, su color de ojos y de piel, cada uno tiene su música. No pasa por la utilización de materiales folklóricos sino por la mirada que hay sobre ellos. Por ejemplo, a mí Ginastera me pareció siempre un compositor europeo. Yo lo oigo europeo aunque el ritmo que esté sonando sea de malambo.” La cellista agrega que, para ella, “es una cuestión de lenguaje. No hay diferencia entre tocar música de Saluzzi y tocar Haydn. Lo único distinto es que en un caso lo que suena fue escrito en el siglo XVIII, fue pensado con el lenguaje de esa época, y en el otro se trata de música actual. En ambas músicas hay que conocer muy bien el lenguaje, si no uno se queda afuera. La música de Saluzzi, por otra parte, no es nueva para mí. Yo lo admiro desde hace muchísimo tiempo y además tengo mi propio grupo de tango en Europa, junto al pianista alemán Peter Ludwig”.
La inclusión de Gandini, por otra parte, obedece casi a una casualidad. O a una travesura. A uno de los dos, Saluzzi ya no se acuerda a quién, se le ocurrió la posibilidad y entre decirse “¿y si lo hiciéramos?” y contestarse “por qué no” pasaron muy pocos minutos. Las conversaciones habían empezado cuando a Gandini, que es también director de la Filarmónica de Buenos Aires, se le ocurrió que el bandoneonista tocara con la orquesta. La idea era que Saluzzi hiciera con orquesta de cuerdas lo que había tocado con el cuarteto. “Gerardo Gandini es un gran músico, es un compositor magnífico; habíamos charlado varias veces acerca de la posibilidad de hacer algo como esto, de tocar juntos, de improvisar, pero recién ahora se concreta”, cuenta a Página/12 Dino Saluzzi. Al igual que Gandini y el bandoneonista, Anja Lechner se mueve con soltura en territorios anfibios. La cellista grabó con el Cuarteto Rosamunde una versión notable de Las Siete Ultimas Palabras de Cristo de Haydn y un CD con obras de Valentin Silvestrov, toca habitualmente música contemporánea (está especialmente entusiasmada con las composiciones de Tigran Mansourian) y con frecuencia participa de grupos de jazz y de tango. Saluzzi, por su parte, dice pensar “distinto según para quien escribo; el problema es no ser prisionero de los prejuicios y saber que con trabajo y compenetración se puede lograr una gran flexibilidad”.