ESPECTáCULOS
“Se trata de ligarse a esa cosa lorquiana de sangre, sexo y amor”
Los guionistas Marcos Carnevale y Marcela Guerty explican por qué “Soy Gitano” vino a terminar con el imperio de lo costumbrista.
Por Julián Gorodischer
Hacer del defecto, virtud. Así dispusieron los guionistas de “Soy Gitano” después de los tropiezos del inicio. Algo no andaba del todo bien en ese melodramón gitano poblado de estereotipos de lo excedido, situado quién sabe dónde, distanciado de las prácticas dinámicas de una comunidad. Algo no andaba bien, es cierto, con el recitado de Federico García Lorca a lo Laport, o el Romeo y Julieta revisitado a lo Pol-ka, ¿o con qué...? Claro que los guionistas, Marcos Carnevale y Marcela Guerty, apuntan contra el público: “Para muchos era grasa, grasísima”, dice Carnevale. “Y el argentino le tiene miedo al melodrama; vivimos de la imagen”. ¿Y no son grasas las lágrimas de éter para entrar al sueño ajeno, o el almaviva que hace parecerlo muerto a uno, el envejecimiento prematuro (vía hechizo) de Julieta Díaz o los fantasmas revividos menos inspirados en Edgar Allan Poe o en Henry James que en Gabriel García Márquez? “Ahora pasó a la categoría de bizarro –ironiza el autor–, se puede ver sin sentir vergüenza.” Sus más de 25 puntos de rating, que lo ubican como el programa más visto de las 22, lo certifican.
–¿Cómo decidieron este vuelco a lo fantástico?
M. C.: –Teníamos miedo de que sonara a cualquierismo, que pareciera que era para resolver la trama con ayuditas. Pero la gente se fue enganchando, y nos jugamos por completo cuando introdujimos las lágrimas de éter (que, de tan populares, un laboratorio trucho fabrica y distribuye “en la vida real”). Nos cuidamos, eso sí, de no joder a la gente. Frente al negocio de muchos “vivos”, ponemos el cartelito: lo que se ve es ficción.
M. G.: –La gente vive con elementos mágicos: éste es un país timbero, religioso, con un sentido especial para creer. Si otras tiras conectan al espectador con una zona de identificación, nosotros ofrecemos un cuento, una salida, un aire.
–Ahora que “Soy Gitano” vira a un realismo mágico en clave criolla, y “Resistiré” prevé revivir a sus muertos Paco y la Santoro, ¿es el fin de la hegemonía del costumbrismo de barrio?
M. C.: –Lo que hay, sin duda, es la decisión de Pol-ka de seguir con este nuevo género, la telenovela de realismo mágico que, al menos en la Argentina, no se había producido. Lo que aparece en “Soy Gitano”, y también en “Resistiré”, es una manera de contar extralimitada, donde lo realista no es lo dominante. En los dos programas se cruzan la sangre y el veneno, y si uno mira TV se da cuenta de que también “E24”, “Tumberos” y otros tantos están pensando en eso. Hay algo en el aire que nos lleva a hablar de sangre.
M. G.: –Lo costumbrista ha sido hegemónico hasta ahora que se empezó a incursionar en un nuevo género, y la gente está agradecida. Lo que pasa con “Resistiré” es que empezaron a hacer cosas que nosotros usábamos: no descarto que hasta resuciten a alguien. Se ha producido una suerte de diálogo entre las dos tiras. Lo diferente es el clima: la nuestra tiene más aventura y comedia.
–Las escenas de sexo y de magia en “Soy Gitano” abrieron un debate sobre armar ficción “a pedido” o su versión mundana: regular la historia según las variantes del rating. ¿Sobrevive el autor?
M. G.: –El autor sobrevive en cualquier género y siempre que se trabaja poniendo gasolina. En esta tira, y en “099 Central” siempre creímos en poner por delante las relaciones, la gente, los personajes y la historia por encima del rating. Es un laburo autoral de todos los días.
M. C.: –Yo a veces hago todo lo contrario de lo que la gente pide en los foros. Si les das lo que quieren, se acabó el chiste. Y sobre el sexo, no es tan importante, no hubo tanto alto voltaje y tampoco se utiliza para el impacto. La sangre y el sexo significan pasión, y a los gitanos es necesario ligarlos a una cosa lorquiana de sangre, sexo y amor.