DEPORTES › RIVER PERDIO 1-0 CON ARSENAL EN LA CANCHA DE RACING

Una derrota que agrava la crisis

Aún envuelto en la polémica del partido ante Quilmes, el equipo de Núñez sufrió una nueva caída, que pone seriamente en duda la continuidad de su entrenador, Manuel Pellegrini. Los de Sarandí fueron más prácticos para lograr su primera victoria sobre River.

 Por Adrián De Benedictis

El campeón del fútbol argentino se despidió anoche del torneo Apertura, y ahora tendrá que pensar cómo sigue la historia. Sumido en una crisis evidente, a diez unidades de la punta del torneo, River cayó con Arsenal y muy poco crédito parece quedarle a su entrenador, Manuel Pellegrini. Después del título y con las figuras que llegaron, River perdió, además del partido, el rumbo.
Al igual que en el encuentro del domingo ante Quilmes, River exhibió en Avellaneda la misma falta de reacción que le impidió ganar aquel partido.
Sin sorpresas para desbordar a su rival por los laterales, ni tampoco inteligencia para desequilibrar de manera individual, el equipo se fue perdiendo en la intrascendencia a medida que pasaban los minutos y terminó sumido en la desesperación.
Si bien pareció que algo se modificaría en el inicio, con dos chances consecutivas para ponerse en ventaja, la sensación se desvaneció rápidamente. En esas dos jugadas, Limia se lo tapó a Ferreyra, quien remató desde la derecha, y luego le ganó un mano a mano a Cavenaghi.
Inmediatamente después, Arsenal marcó el único tanto a través de Patricio González. El defensor conectó con zurda, en el segundo palo, un centro de Hirsig que recorrió toda el área chica.
Desde ese momento, con Fernández Di Alessio e Hirsig, Arsenal comenzó a controlar la pelota y Gómez tuvo claridad para habilitar en varias oportunidades a Denis. El delantero fue el jugador más peligroso del equipo de Burruchaga y tuvo cuatro chances concretas para aumentar el marcador. Primero cabeceó por arriba, luego Lux le tapó un fuerte derechazo, otra dio en el travesaño y en la última le pegó desviado.
El mayor problema de River no sólo radicó en la inoperancia ofensiva, sino también en los desaclopes en el fondo. Virviescas perdió siempre en la marca y tampoco aportó en ataque: no salió a jugar el complemento. Ameli y Tuzzio nunca encontraron coordinación en la zona central. Todo eso se reflejó en la inquietud de los pocos hinchas de River que fueron a alentarlo, que le pedían más garra y movilidad al equipo.
A pesar de los intentos de Pellegrini de darle más dinámica con los cambios, River no pudo generar acciones de riesgo en el área de Limia y los locales manejaron el desarrollo sin encerrarse en su campo, explotando la precisión de sus volantes.
Recién en los últimos diez minutos del partidos, Coudet probó al arco con un remate cruzado, que salió cerca del palo, y casi empata Cavenaghi con un toque suave sobre la salida de Limia, que Gandolfi (cuyo pase pertenece a River) barrió en la línea.
Durante todo el encuentro los jugadores de River no evidenciaron respuestas anímicas, ni tuvieron la lucidez suficiente para vulnerar a una ordenada defensa local. También sorprendió el accionar de Pellegrini, que se mostró abatido y sin dar indicaciones.
En la noche de Avellaneda, River no sólo comenzó a despedirse de la defensa de su título, sino que pudo haber iniciado un camino de difícil retorno.

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Salas, Cavenaghi, Vivas, Ameli, Montenegro, y un único rostro, el de la desolación riverplatense.
 
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