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Por M.P.

Con un héroe principal sin pasta de tal, un guión plagado de obviedades y sus escenas de acción mal iluminadas y demasiado editadas, El mosquetero es una película de aventuras que no ofrece ni una sola pizca de lo poco que promete. Aburrido, repetitivo y banal, el film de Hyams es tan impresentable que ni siquiera en los cines se ponen de acuerdo en cómo llamarlo: a pesar de ser presentada como El mosquetero, el día de su estreno algunos exhibidores vendían entradas para el film denominándolo Mosqueteros.
Al menos el título oficial tiene la ventaja de que no engaña, ya que –pese al anuncio de que su guión está basado en la trajinada novela de Alejandro Dumas– el film parece estar hecho para un solo mosquetero, mientras que los otros sólo parecen estar de adorno. Algo que también sucede con las estrellas de visita en esta producción paneuropea, repleta de confusos acentos pero decididamente hablada en inglés pese a los escenarios franceses. Con Stephen Rea paseando su uniforme de cardenal, lanzando monsergas políticas en el papel de Richelieu, y Catherine Deneuve cargando con las ropas de reina por las alcantarillas, de los grandes nombres involucrados en esta paupérrima superproducción quien mejor calza las botas de su villano obligatorio es Tim Roth.
Por allí anda también Mina Suvari –la de Belleza americana– encarnando a una damisela de armas tomar, pero incapaz de despertar la menor química al estar cerca de su héroe, un D’Artagnan interpretado por un pasmado Justin Chambers, un seudogalán incapaz de cargar con una sola escena y mucho menos con toda una película. Con un experto en artes marciales oriundo de Hong Kong coreografiando las batallas, El mosquetero es llamativamente poco interesante a la hora de la acción. Y ni hablar cuando se trata de hacer algo parecido a actuar. Con Hyams demasiado preocupado con los claroscuros de sus escenas y cataratas de parlamentos infumables, esta evitable adaptación de la obra de Dumas aburre demasiado rápidamente incluso cuando intenta ser divertida.