ESPECTáCULOS › ADRIAN IAIES PRESENTA EN VIVO SU ULTIMO DISCO
“La melodía dibuja el mapa”
El pianista toca hoy, junto a bandoneón, contrabajo y batería.
Su punto de partida es el tango. La forma es la del jazz. Y el resultado está más allá de los límites de ambos géneros musicales.
Por Diego Fischerman
Adrián Iaies toca jazz. O tango, o ambas cosas, o ninguna. En realidad, eso que hace tiene la forma del jazz y los materiales del tango. O tampoco. Por supuesto, a él no le importa. Toma canciones conocidas (en principio, muy conocidas por él), la mayoría de ellas pertenecientes al mundo estético del tango, e improvisa sobre ellas. No fuerza el material, no trata de convertir cualquier cosa en un tema de jazz, pero, milagrosamente, tampoco hay fractura entre ese tema y su desarrollo jazzístico. Y además tiene éxito.
“No creo que lo que haga pueda indignar a alguien, por más purista que sea. No creo que se me rechace en el ambiente del jazz pero, sin embargo, algo hay. De hecho, hay circuitos en los que no me invitan”, dice a Página/12 en la víspera de la actuación de hoy a las 21 en el Teatro ND/Ateneo (Paraguay 918), donde presentará Nocturna, su CD recién editado localmente por EMI. “También es cierto que a mí dejó de interesarme el circuito del jazz. O, al menos, dejé de preguntarme si lo que estoy haciendo es jazz o no y eso lo vivo como un avance. Tengo muy buena relación con muchos músicos de jazz pero tal vez sea cierto que ya no encaje tan bien en ciertos círculos. Mi último disco tiene bandoneón. Es más, es un homenaje a los bandoneonistas compositores (Arolas, Laurenz, Troilo, Maffia, Plaza, Piazzolla) y, en ese sentido, para mí mismo no es tan claro dónde ubicarme.”
En Nocturna, grabado en España y publicado primero allí, Iaies profundiza algunos de los rasgos esenciales desde sus comienzos. Por un lado, una clase de fraseo que valoriza más los matices, las pequeñas inflexiones y el sentido melódico que las cataratas indiscriminadas de notas. Por otro, esa elección de lo que podrían considerarse standards argentinos, que van desde El Marne hasta Milonga del ángel, pasando por Orgullo criollo o Romance de barrio. Esos temas, más allá de una suerte de contenido militante, de declaración de principios acerca de la pertenencia cultural, tienen un valor estilístico muy fuerte. Si la relación entre los solos y el tema es siempre la de la figura y el fondo, la de la variación contrastada con la norma, en ese caso, ese recorrido de distancias, enmascaramientos, deconstrucciones y acercamientos puede ser seguido por cualquiera en tanto el tema contra el cual se proyecta es conocido. Si el jazz funciona en relación con la memoria de un tema, en el caso de Iaies esos temas están, en efecto, en la memoria posible de un argentino. “Me interesa la canción, como entidad de una belleza increíble. Uno piensa en Spaghetti del rock o Seminare, Mediterráneo o La casita de mis viejos, y hay algo que sostiene lo que uno vaya a hacer. La melodía dibuja el mapa del tema. Lo que me interesa de la canción es que tiene un grado de generosidad que permite que el intérprete muestre, a partir de ella, su propia identidad. Pienso en Recuerdo, que es un tema de Pugliese, pero pienso, sobre todo, en el arreglo de Salgán. Salgán puede mostrar quién es a través de una obra que, en principio, no le pertenece.”
En su presentación de esta noche, Iaies estará con el contrabajista Arturo Puertas, el baterista Fernando Martínez y el bandoneonista Pablo Mainetti. “El bandoneón no necesariamente está a cargo de la melodía, con el acompañamiento en el piano. Al contrario, en muchos casos yo tomo la melodía y el bandoneón tiene el lugar de las cuerdas en una orquesta, llevando los acordes y el bajo. Además Mainetti es un músico excepcionalmente abierto, que empezó a trabajar en la improvisación, algo especialmente complejo para un bandoneonista, que viene de otra tradición en que todo está escrito. Pero yo aprendí algo con él, también, y es a pensar en los términos de valor, de riqueza, con que piensa un bandoneonista. Para ellos es fundamental el detalle, la manera en que se toca un acento, el contrapunto entre las voces internas, un matiz mínimo en lo rítmico. Y, desde ya, esa manera de pensar la música me abrió panoramas expresivos cuya existencia no había imaginado hasta ese momento.” Que el pianista cite, entre sus modelos –y que haga en sus discos–, canciones de Charly García o de Divididos (y que se considere un fanático de este trío), da un dato, también, acerca de la amplitud de su mirada. El otro gran amor es más previsible: el pianista John Lewis. “No tanto el del Modern Jazz Quartet como el de sus discos solistas”, aclara. Pensando en él está escribiendo un tributo con el que está sumamente entusiasmado y del que hoy estrenará algún fragmento. “No está basado en música de Lewis, aunque pueda incluir algo en algún momento, sino en lo que esa música me produce a mí”, concluye.