ESPECTáCULOS › AL BORDE DE SU REGRESO POR NACIONAL, HECTOR LARREA ANALIZA LA RADIO DE HOY
“Si uno se siente apto, ¿por qué dejar la trinchera?”
El legendario conductor volverá al aire este lunes, cuando comience Una vuelta nacional en la AM 870. En medio del frenesí del regreso, Larrea habla largo y tendido de su idea del medio, los perfiles de la información y la Argentina 2004: “No hay razones para resignarse a la fatalidad”.
Por Emanuel Respighi
A Héctor Larrea se lo nota feliz, recostado en el mullido sillón de su oficina de la calle Florida. Pero también muy ocupado, entre reuniones, entrevistas, sesiones de fotos y arreglos de último momento. Su actualidad tiene una explicación de peso: este lunes regresa a la radio. Pero el veterano locutor ya no le pondrá su inconfundible voz a Rapidísimo, el ciclo radial que después de más de 30 años ininterrumpidos al aire abandonó por diferencias con los directivos de Rivadavia (ver aparte). La magia de la radio la transportará, desde la próxima semana, a los micrófonos de Radio Nacional (AM 870), la emisora estatal que cuenta con más de cuarenta radiorrepetidoras a lo largo del territorio nacional.
“Más que nervioso estoy ansioso por comenzar esta nueva etapa, ya que es un cambio muy fuerte: no es fácil haber dejado una emisora después de tanto tiempo”, explica Hetitor, sin ocultar el entusiasmo que le provoca el comienzo de Una vuelta nacional, el ciclo que irá de lunes a viernes de 9 a 12 de la mañana.
Pese a las cosas que tiene por hacer, Larrea recibe al cronista con un aire bien relajado, acompañado por los acordes musicales que salen de un pequeño equipo de música. Según confiesa, a esta altura de su vida no concibe a la vida “sin la extraordinaria compañía de la música”. De hecho, ha reservado en su casa una habitación en la que posee más de 4 mil compactos, entre originales y remasterizaciones de viejas ediciones de vinilo. “Yo no sé –apunta– lo que será eso del estado alfa, pero cuando estoy allí escuchando música, entro en un estado de relajación y compenetración con las sinfonías que cualquier movimiento me sobresalta. La música te transporta a otra dimensión, de mayor relajación. Te energiza.”
Conductor y locutor de vocación y profesión desde hace más de cuarenta años, Larrea reconoce que su ligazón hacia la música canaliza la frustración de no haber sido músico. “Me hubiese encantado ser músico, pero soy un negado por falta de coordinación neurológica. No porque me hayan faltado oportunidades sino porque no tengo oído. Espero poder cumplir mi sueño en la próxima vida”, bromea Larrea, que en su nueva incursión radial estará acompañado por Oscar Raúl Cardozo, Carlos Campolongo, Jorge Vaccaro, Paulino Rodríguez y el humor de los hermanos Alejandro y Adrián Korol.
–¿Cómo asimila el cambio de programa y de radio después de tanto tiempo?
–Es bravo. Uno se tiene que adaptar a las novedades. Se dice que además del divorcio, los niveles más altos del estrés provienen del cambio de casa. De modo que en esta nueva etapa voy a ir pisando despacio, acostumbrándome a las paredes, a la cara del operador, a los oyentes... Todos componentes que hacen a la fluidez de un programa de radio.
–Más allá del cambio de nombre, ¿el ciclo será una continuidad natural de Rapidísimo?
–Sí, un ciclo entretenido, que mezcle humor e información. El hecho de que la radio tenga un alcance nacional, hace que el nuevo proyecto tenga más cosas interrelacionadas con el interior del país. El hecho de que Nacional tenga 40 emisoras repetidoras en el interior hace que esas radios puedan colaborar con nosotros y viceversa, en una relación de reciprocidad. Vamos a hacer una humildísima contribución para que este país –de variadas vertientes culturales– pueda mejorar, acercando a todos los argentinos.
–¿Por qué vuelve a la mañana y no en otro horario?
–Luego de alejarme de Rivadavia tuve varios ofrecimientos. Marcelo Tinelli me ofreció trabajar a la tarde o los sábados y domingos por Del Plata. Pero no me cerraba porque quería trabajar a la mañana. Son mis últimos años en la trinchera, después ya habrá momentos para conducir en horarios complementarios. Pero si uno se siente apto, está bien de la voz,tiene las neuronas en movimiento, está en condiciones de valorizar la información, ¿por qué dejar el horario de competencia? Entonces preferí aceptar el ofrecimiento de Nacional: con los directivos tenemos coincidencias en cuanto a la forma de ver la radio.
–¿Cuál es esa forma?
–La radio es, sobre todo, una muy buena compañía. Porque el día que alguna vez este país sea de primer mundo –que alguna vez lo será, a partir de que no hay ninguna razón lógica que indique lo contrario–, la soledad seguirá viviendo entre los hombres, los pesares continuarán... y ahí estará la radio. Por eso en mis ciclos hablamos mucho de estos problemas que no son institucionales sino que son personales, que a mí también me pasan. Esa comprensión mutua es lo que nos permite encontrarnos con la gente. Porque hay una tendencia del ser humano de dejarse absorber por los problemas. Y no se puede vivir de los problemas cotidianos porque la dicha y el dolor son dos caras de la misma moneda.
–¿De ahí que sus ciclos radiales siempre transmiten una energía positiva, con mucho humor y buena onda?
–No se puede salir de un pozo si uno no es consciente de que efectivamente puede salir. Nosotros tuvimos un serio problema al respecto durante la Guerra de Malvinas: el dilema era seguir divirtiendo a la gente o no. En aquel momento empecé a consultar a historiadores e investigadores para informarme. Y ellos me dijeron que durante las guerras mundiales, los espectáculos continuaban. Y sobre todo los humorísticos. Porque no se puede enfrentar la atrocidad tremenda de una guerra sin el momento de distensión necesario, para luego enfrentar la realidad. Pero si uno se enfrenta siempre con la realidad cuan cruda es, te quebrás y te mata. En tiempos de crisis el humor siempre es necesario e imprescindible.
–¿Hoy es uno de esos momentos?
–Los argentinos vivimos en medio de una realidad atroz. Los grupos de poder tienen que comprender que así como están dadas las cosas tienen que empezar a poner algo, a resignar espacios, porque si no, no es negocio para nadie. ¿Qué se gana con mantener un país invivible? ¿Qué más se puede lucrar? ¿Cuál es la “gracia”? Esta globalización es desesperantemente cruel, con una marginación cada vez mayor. No entiendo cómo con todo lo que tiene el país estamos como estamos. La única explicación es la mediocridad de los que se creen muy piolas, que piensan en llevarse la mayor cantidad de gente posible y lo demás les importa nada. Si hasta a los ecologistas les dicen zurdos... Hay que tratar de ser leal a una escala de valores que se ha sopesado. El mundo será solidario o no será. Tenemos que sí o sí hacer un país vivible.
–¿Y cuál es el rol de la radio en ese proceso?
–No sé. Principalmente, la radio debe informar bien. Yo no soy periodista, pero hay que rever qué es lo que se comunica y cómo. A veces, para defender determinados sectores e intereses, se informa de mala manera. Entonces, ante ese perverso mecanismo, la gente se resigna a la fatalidad de ser lo que es. Y no hay razón para ello. Siempre hay que pensar que se puede vivir mejor. Si la gente está recibiendo permanentemente lo negativo y a veces lo mentiroso, puede llegar a creerse que realmente cuenta con menos derechos de los que realmente tiene. Eso nos pasa mucho a los argentinos. Ahí es cuando viene la resignación y desaparecería el espíritu crítico.
–En estos meses sin trabajo tuvo tiempo para escuchar radio. ¿Cómo percibe a la radiofonía nacional?
–Siempre escuché a Bobby Flores, que ahora desapareció del micrófono. Escucho mucho al negro Dolina y me gusta mucho como trabaja Paluch, que tiene un gran equilibrio. Creo que el problema de la radiofonía de hoy, sobre todo en AM, es que se abusa de la repetición de la información periodística. Se queda sólo en eso. Creo que hay otras inquietudes más allá de la información inmediata. Las FM están más entretenidas: está Andy Kusnetzoff, Pergolini y ahora se les sumó Pettinato, que es una topadora todo terreno... Lo que noto es que nuestra radio está demasiada centrada en el acontecimiento llamado “periodístico”. No hay lugar para la creatividad, la imaginación y la reflexión. La radio repite información continuamente, probablemente porque está hecha mayoritariamente por periodistas. Yo pediría algo más que el comentario de las noticias inmediatas. Preferiría un poco más de música y distensión entre la información. Debe ser un problema general de los medios, porque a la TV le pasa lo mismo: se agarra un tema y se lo estira como chicle. Cuando se rompe, se agarra otro y se lo vuelve a estirar. Y así sucesivamente. Me gustaría una radio con más variedad.