ESPECTáCULOS
“Por suerte, estos festivales van ganando cada vez más prestigio”
Adriana Varela abre hoy el Buenos Aires Tango, en un doble programa que contará con la presentación de Maximiliano Guerra.
Por Oscar Ranzani
En la inauguración del VI Festival Buenos Aires Tango, será difícil que los asistentes puedan sacarle viruta al piso, porque se realizará en los pastos de los Bosques de Palermo (Av. Infanta Isabel e Iraola). Pero más allá de la superficie, el baile no estará ausente. Desde hoy y durante nueve días, unos 150 artistas participarán en milongas, bares notables y salas porteñas, donde se realizarán aproximadamente cien espectáculos gratuitos. Entre las figuras que participarán del festival se destacan Eladia Blázquez, Lidia Borda, Juanjo Domínguez, Gerardo Gandini, María Graña, Raúl Lavié, Lito Vitale, Néstor Marconi, Alberto Podestá, Julio Pane y Omar Mollo. La apertura será hoy a las 21, con un doble programa: un espectáculo de Maximiliano Guerra y el Ballet del Mercosur. Posteriormente, subirá al escenario de Palermo un referente ineludible si de tango se trata: Adriana Varela, que afinará su garganta para invitar al público a una masiva milonga al aire libre.
El show de Varela durará alrededor de una hora y tendrá como invitados a Alejandro del Prado y a Peteco Carabajal. La cantante se dará el gusto de interpretar Tanguito de Almendra, de Del Prado, canción que la marcó a fuego. “La primera canción que canté en televisión y en público fue ésa”, confiesa en diálogo con Página/12. Varela recuerda con mucha emoción esa actuación iniciática en el programa televisivo de Juan Alberto Badía, antes de que se dedicara por completo a cantar tangos. A su vez, Del Prado interpretará Los locos de Buenos Aires. “Después va a venir Peteco Carabajal a cantar conmigo una canción de Gardel”, adelanta la artista. Y Peteco cantará también Entre a mi pago sin golpear. “Un invitado no va a estar, pero yo lo voy a evocar”, comenta Varela. Y el elegido es Joaquín Sabina, ya que la tanguera cantará tres temas del artista español, entre ellos el emblemático Con la frente marchita. “Por suerte los festivales en Buenos Aires crecen y van convocando más gente, más movimiento y más prestigio. Se hacen festivales de tango en tantas ciudades del mundo, imagínese lo que es sentir que se hace acá en Buenos Aires”, reconoce.
–Usted participó en ediciones anteriores. ¿Qué balance hace?
–Cada vez va más público. Por ejemplo, el año pasado en la calle Corrientes cuando cerré el festival, no esperaba mucha convocatoria. Pero veía el Obelisco y más allá seguía habiendo gente. Fue algo muy fuerte y realmente muy participativo. Acá cada vez es más fuerte.
–Además, con el aluvión turístico pos devaluación, acá hay un nuevo mercado tanguero...
–Ojalá. Sería bárbaro que pudiera explotarse esa veta que todavía nos falta desarrollar.
–¿Qué les gusta a los extranjeros del tango?
–Depende. Hay gente para todo. En el circuito que yo hago de extranjeros, lo que piden es tango genuino, no for export. Me piden lo que escuchan los argentinos. Muchos ya están curados de espanto con el tema de las lentejuelas. Hay gente en el exterior que ya vio aquello que es, digamos, medio como de plástico. Les gusta ver lo más porteño. Lo que es orillero, portuario, y que tiene que ver con nuestra esencia y no con el nuevo rico.
–¿De qué manera el tango refleja esa identidad porteña en la actualidad?
–De muchas maneras. En primer lugar, las letras y las poesías de tango denuncian. Se trata de una poesía que no es panfletaria sino absolutamente profunda, existencial. Permanentemente está la denuncia.
–¿Las nuevas generaciones se acercan fundamentalmente a través de la danza?
–Pegó muy fuerte el baile por el tema del encuentro. Hay un tema de desencuentros entre mujeres y varones. Y el encuentro que provoca la danza es muy fuerte, muy apasionado. Esa es una de las razones. Veo que amigos de mis hijos van a las milongas, aunque no vayan a aprender a bailar, pero van a ver de qué se trata. Tiene mucho que ver con el eros que es la vida.
–¿Considera que se dio el mismo fenómeno en la asistencia de jóvenes a los shows musicales?
–En mi caso, sí. Yo siempre digo que las diferencias de boleterías las hacen los pendejos en mis recitales. Esto se dio también en Madrid, Barcelona, Chile, Colombia, Uruguay. Y acá, en La Plata, por ejemplo. Allí es increíble la cantidad de pibes que vienen a verme. Así que tengo público grande y tengo mucho público joven.
–¿Qué le seduce de su estilo al público joven?
–No lo podría decir yo. Creo que tiene que ver con una cosa que no es pacata, que no está prohibida ni es para pocos. Yo canto de una manera que no tiene prejuicios y que llega a los jóvenes. Ellos tienen acceso al tango en mis recitales. Y eso en una época estuvo como muy cerrado, distanciado de lo que nosotros éramos. Yo soy de la época del rock and roll, que estuvo muy distanciado también. Y el mercado se encargó de alejarlos.
–Por otro lado, la falsa dicotomía rock vs. tango.
–A mí el tango en los ‘60 o en los ‘70 no me interesaba. Venía el rock con una cosa muy interesante que era el despojo y venía el tango con una cosa muy recargada que estaba disfrazada de nuevo rico. Y perdía la esencia. En realidad, el tango no es así. Es esencialmente portuario y orillero. Y eso es lo que les gusta a los pibes.