ESPECTáCULOS

Una nochje glamorrosxa y sihn ningúnn lamentabje exabruptro

En la entrega de los Oscar, nadie se pasó de la raya, como Michael Moore el año pasado. La autocensura se impuso a la censura. El subtitulado, con sus lapsus, fue una pesadilla.

 Por Emanuel Respighi

Recostado en un confortable sillón frente al televisor, a George Bush hijo se le habrá parado el corazón por unos segundos, si es que uno supone que lo tiene. La noche había empezado de la peor forma, amenazante para el actual presidente de Estados Unidos. En la primera nominación de la velada, el Oscar como mejor actor de reparto iba caía en las manos de Tim Robbins, una de las estrellas de Hollywood más críticas de su gestión de gobierno. Luego de detenerse en los obvios agradecimientos a su familia, el actor de Río místico espetó un imprevisible “quiero decir una cosa más”. Por más censura y recaudos impuestos por la organización, el disparo verbal contra Bush parecía un hecho. Un tenso silencio se apoderó del Kodak Theatre, recordando el vehemente discurso pronunciado por Michael Moore un año atrás (“Usted es una vergüenza, señor Bush”). Sin embargo, Robbins evitó realizar una referencia directa sobre la política, aunque pudo leerse en su diatriba un mensaje subliminal. “En esta película actúo como víctima de abuso y violencia. Si alguien que nos miró tiene una tragedia así ante sus ojos, debe buscar ayuda y consejo. No hay que avergonzarse. Muchas veces, eso es lo que hay que hacer para frenar el espiral de la violencia”, rezó el subtitulado simultáneo de TNT. Fue el único discurso en el que apareció la palabra “violencia”. Y también el speach que ¿extrañamente? más tiempo tardó en subtitularse.
Tras la guerra en Irak y las inminentes elecciones presidenciales en Estadios Unidos, la 76ª entrega de los premios Oscar se caracterizó tanto por falta de sorpresas como de emociones en los ganadores y en los discursos de quienes levantaron alguna estatuilla. Mucho tuvo que ver en ello el pedido de la Academia de enfocar los ojos únicamente en la faceta artística, o a lo sumo en el vestuario de los invitados. Era la vuelta de la alfombra roja luego de la suspensión del último año y todo debía volver a ser glamoroso. Por eso las estrellas sacaron a relucir sus mejores vestidos y smokings en la previa (ver aparte). Para evitar inconvenientes, la del domingo fue la primera ceremonia que se (re)transmitió en diferido, con un delay censurador de 5 segundos. Sin embargo, fiel a la moral estadounidense, las estrellas prefirieron la autocensura a que sus palabras aparezcan silenciadas por un horrible beeeeeeeeep, al que el director de cámaras no tuvo que recurrir en ningún momento a lo largo de las casi cuatro horas que duró la premiación.
Como si los 5 segundos de retraso en la emisión no bastaran, el público argentino tuvo que seguir la ceremonia con un filtro extra. Camuflado como un “beneficio” para los espectadores de habla hispana, el subtitulado digital en simultáneo impuesto por TNT sirvió para evitar la irritante traducción en simultáneo, pero lejos de hacer más pasajera la velada el avance tecnológico confundió a los espectadores. Los horrores de ortografía y tipeo del videograph hacían imposible una lectura más o menos coherente de lo que los protagonistas decían. Allí donde en la pantalla se leía “mgo”, en realidad significaba “amigo”, “precriosa” era igual a “preciosa”, “ntru” significaba “tú”, “nonrá” era lo mismo que “honra”, etcétera, etcétera, etcétera... Y ni qué hablar de la infinidad de discursos que no se subtitularon (¿por censura o simple retraso del tipeador?), o se omitieron de manera directa (como la broma que Billy Crystal les hizo a Saddam Hussein y a Donald Rumselfd, de la que ni siquiera se subtituló una línea). Extraños sucesos de una ceremonia que por primera vez en muchos años no fue emitida por ningún canal argentino de TV abierta.
Sin ninguna manifestación política en contra de la guerra o la política exterior de Bush, palabras que a los ojos de las estrellas no merecieron ningún tipo de comentarios, todo resultó esforzadamente alegre. Incluso, hubo un saludo institucional, a cargo de Crystal, a “toda la gente de las fuerzas armadas que se diseminan por todo el mundo, y a las familias que esperan que regresen a casa”. Para tranquilidad de Bush, el mecanismo de censura (psicológica y tecnológica) funcionó a la perfección. “No se preocupen”, aclaró el actor Adrian Brody en un pasaje de la noche. “Estoy bajo advertencia judicial”, dijo. No se sabe a ciencia cierta si sólo se trató de una simple broma.

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Hubo cinco minutos de delay previstos para eliminar cualquier comentario irritante.
 
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