ESPECTáCULOS

“La danza progresa por esfuerzos individuales”

Koki y Pajarín Saavedra, Juan Carlos Copes y Maricel De Mitri participarán hoy de la gala coreográfica por el 10º aniversario de la revista Balletin Dance. La función será a beneficio.

 Por Silvina Friera

Son los socios del desierto pero están de pie, bailando para y por los otros. Los hermanos Koki y Pajarín Saavedra, Juan Carlos Copes y Maricel De Mitri ponen el cuerpo, y aunque el público los elogia y los reconoce como exponentes de la danza folklórica, el tango y el ballet, la indiferencia histórica de la cultura no neutraliza la calidad artística que ellos exhiben en sus espectáculos. Los cuatro participarán de la gala coreográfica por el décimo aniversario de la revista Balletin Dance, que se realizará hoy a las 20.30 en el teatro Avenida (Av. de Mayo 1222), a beneficio de la fundación Juan P. Garrahan. También estarán la primera bailarina del Ballet del Teatro Municipal de Río de Janeiro, Cecilia Kerche; Luis Ortigoza y Marcela Goicoechea (ambos argentinos, integrantes del ballet del Teatro Municipal de Chile), Alejandro Parente, Leonardo Reale y Mariana Crespo (del Colón), Vagram Ambartsoumian, Gabriela Alberti, los gemelos Facundo y Martín Lombard, Johanna Copes, Graciela Ríos Saiz, Omar Urraspuro y el Ballet Hispania, entre otros.
Los intérpretes presentarán las distintas tendencias de la danza en un programa que incluye a Esmeralda, Don Quijote, Carmen (protagonizada por De Mitri), El corsario, Espartaco, Adagietto (danza contemporánea), Impro tap, Momentos (danza española), Hacia la distancia (zamba) y Fortuna, fama y poder (chacarera doble), a cargo de los hermanos Saavedra, y el tango con el sello inconfundible de los Copes.
En la entrevista con Página/12, los hermanos Saavedra, Copes y De Mitri coincidieron en que hay mucha ignorancia y desidia de los responsables de las políticas culturales. “En el mundo, hace unos cuantos años se dieron cuenta de que el tango es cultura, menos acá –dice Copes, maestro tanguero por excelencia y un referente ineludible para las nuevas generaciones–. Si yo presentara un espectáculo en el Colón, se preguntarían ¿cómo tango en el Colón? Para el tango siguen cerradas muchas puertas porque continúa siendo una danza marginal, es el último orejón del tarro. Incluso dentro del tango mismo está primero el cantor, después la orquesta y el último es el bailarín.” Pajarín, que junto con su hermano creó El nuevo arte nativo, para explorar las raíces de la danza argentina, considera que esta marginalidad a la que alude Copes responde al origen popular del tango y del folklore. “Estamos llegando tarde a los estamentos oficiales. Los aportes individuales hacen que, por muy dolorosa que sea esa marginalidad hacia lo popular, se pueda elevar el nivel específico de la danza. Es verdad que el Estado no tiene una política que vaya al encuentro de las necesidades de los coreógrafos y bailarines y, vaya paradoja, esto provoca que desde el esfuerzo individual y las inquietudes personales se perfeccione la calidad artística de las distintas disciplinas de la danza.”
La orfandad y el desamparo que sienten los creadores, sin embargo, no atentan contra un principio elemental que los nuclea: “La danza es una sola, aunque se expanda en distintas disciplinas –aclara Pajarín–. Se debería pensar cómo desde distintos lugares puede generarse un vértice de reunión y de discusión interna, porque bailar se baila mucho y en todas partes. Hace unos años se compartían los escenarios: donde había tango, había folklore y viceversa, ambos iban de la mano”. Koki recuerda que, cuando empezaron a bailar profesionalmente, trabajaban todas las noches y sólo descansaban los lunes. “El mundo de la danza no estaba separado de la cultura del trabajo. Ahora, el bailarín folklórico muchas veces es utilizado como un relleno, como parte de una escenografía y hasta suele bailar gratis. Yo prefiero ir a bailar gratis cuando me solidarizo con una causa con la que estoy de acuerdo. Pero eso debe ser la excepción y no la regla”, subraya Koki.
Con roles de solista y primera bailarina, Maricel De Mitri ha interpretado Giselle, El lago de los cisnes, Cascanueces y Coppelia, entre otras. En su caso, la estabilidad de integrar el Ballet estable del Teatro Colón no la exime de padecer una desprotección, acaso más brutal que la de sus colegas. “Ustedes se mueven de manera independiente y con esfuerzo personal logran el prestigio y el reconocimiento de la gente. A los artistas del Teatro Colón no nos conoce nadie, excepto la gente del medio. Nuestros nombres nunca están en los afiches. Esto es un maltrato, una indiferencia total”, explica Maricel. “Cuando hacés la carrera en el Instituto del Colón, durante 10 años, estudiás folklore y tango, pero todo se hace como si te disfrazás de..., sin cuidar nuestra cultura. Soy bailarina clásica, pero soy argentina, estoy formada y bailo acá. Yo debo saber de mi danza, lo necesito porque me completa como bailarina. Siento que hay mucha ignorancia y desidia, que se descuida lo que tenemos.”
“Las tradiciones europeas están muertas o están a punto de morir desde lo popular, salvo algunas excepciones –añade Pajarín, que junto con su hermano vivió en París de 1973 a 1991–. En cambio, aquí no nos llegó eso; por más marginales que sean algunas expresiones, todavía nuestras culturas populares están vivas.” La ciudad de París le permite a Copes introducir un bocadillo anecdótico inigualable: el primer viaje que hicieron con la compañía Tango Argentino con destino a la capital francesa. “Ibamos en un avión del Ejército, de la época de Malvinas, 35 bailarines atendidos por los milicos. Tardamos 36 horas en llegar y nos dieron una sola comida. Cuando hicimos una escala en un aeropuerto español, bajamos para ir a los baños, pero terminamos usando los pastos del aeropuerto como sanitario”, asegura Copes. Todos se ríen al imaginar lo que debe haber sido esa aventura tanguera “rodeados de milicos”. La risa se esfuma y Copes se pone serio: “El tango necesita un Michael Jackson o una Madonna para que sea popular, que es lo que el folklore tuvo con Soledad y Los Nocheros, que guste o no, son masivos y eso ayuda, empuja. El tango no tiene esas figuras. Murió Goyeneche y punto. Pero Goyeneche no te llenaba el Luna Park, ni todos juntos lo llenábamos”.
Pajarín advierte que tanto Soledad como Los Nocheros son empujados por muchísimos otros artistas que son desconocidos o que no han logrado esa popularidad. “Pero en el país hay mucho talento dando vueltas. El entramado se va tejiendo con artistas que tienen una enorme capacidad creativa en las letras, en las músicas y en las propuestas, que están permitiendo hablar de un renacer de la danza folklórica con nuevas temáticas.” Koki señala que la dictadura marcó al país con su ferocidad. “Ellos prohibieron a Gardel, a Yupanqui, a Mercedes Sosa. Todavía estamos saldando cuentas con ese pasado porque esas marcas fueron muy duras. Por ejemplo, en el folklore se instaló la idea de que había que bailar de una manera muy militaroide y eso limitó a la danza. Por suerte, esto fue cambiando con el tiempo. Ahora nuestra lucha es por ganar los espacios.”

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Danza folklórica, tango y ballet, el cóctel para esta noche.
Será en el teatro Avenida, a beneficio de la Fundación Garrahan.
 
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