ESPECTáCULOS › “CONTRACCIONES”, SURGIDA DE TEATRO POR LA IDENTIDAD
El dolor que se abre a la vida
La obra escrita por Marta Betoldi y dirigida por Mario Pasik plantea una historia circular y onírica, en la que confluyen relatos de dos mujeres embarazadas, en contextos muy distintos.
Por Hilda Cabrera
Existe una raíz secreta en el pasado de una joven embarazada, cuya obsesión es registrar minuciosamente su cotidianidad en un diario íntimo. Antes que ella, otra mujer, también encinta, dejó escritas sus experiencias en un cuaderno guardado en una caja junto a un ajuar de bebé. Ellas son Laura y Andrea, personajes de Contracciones, obra escrita e interpretada por Marta Betoldi junto a Nacha Córdoba, en la que se apuesta a bucear en lo propio a través de una compulsión: llevar al papel el monólogo que toda embarazada emprende con la criatura que está gestando. No se transcriben grandes frases sino trivialidades y simplezas, pero impregnadas todas de gran ternura. El relato de una y otra se desarrolla en tiempos distintos y de forma autónoma. Esa impresión se modifica al producirse la revelación. Se advierte entonces que, aun con esas diferencias, las dos escribieron un mismo libro.
Contracciones posee en este punto elementos de obra circular, de historia de naturaleza onírica, capaz de acunar infinitos relatos y situaciones, intuidos algunos en la dolorosa puntada que sin motivo aparente atraviesa el pecho de la joven Laura. Esa es también la angustia que la asalta cuando, ya cercano el parto, una médica la mira con insistencia creyendo reconocer en ella a una personita del pasado que ayudó a nacer. Algo quedó de aquel alumbramiento a modo de testimonio: la caja con el ajuar y el cuaderno que aquella otra embarazada conservó incluso en su cautiverio. El texto es sencillo –como corresponde a quien mima al ser que lleva en su seno–, pero se atreve a la poesía y a la denuncia para dejar constancia de que en esta historia hubo vidas tronchadas.
En la puesta de Mario Pasik (asistido en la dirección por Mabel Rosati), se advierte el intento por desplegar mundos interiores y atmósferas dominadas por la fantasía. La escenografía (creación de Pasik) remite a un decorado con hamacas de plaza característico de la infancia, o acaso de niñas camino a ser mujeres, que lucen vestidos de colores luminosos, se muestran algo desmañadas en sus movimientos e ingresan a escena precedidas por el canto grabado de chicas y chicos. El tema es Necesito, de Charly García, que Laura y Andrea también entonan en algunas secuencias a la manera de una confidencia: “Necesito alguien que me emparche un poco/ y limpie mi cabeza./ Que cocine guiso de madre, postre de abuela/ y torre de caramelos”.
La opción por un único decorado agiliza los desplazamientos temporales del relato, enfatizado a veces por Betoldi. Este desborde es tal vez considerado imprescindible en una obra que privilegia la necesidad de saber quién es quién. De todas formas, los arrebatos acaban siendo atemperados por el clima de irrealidad que tiñe la puesta, esencial cuando el intento es contener anímicamente al espectador enfrentado a una historia de horrores.
“Todo empezó a caerse hacia atrás, como en cámara lenta alrededor de mi silla... quedé suspendida en mi vacío... Ya casi no podía respirar, mi corazón latía demasiado rápido. Tuve arcadas. Un sudor frío empapaba mi cara y mis manos no dejaban de mojar mis rodillas. De golpe el tiempo se detuvo, me miró a los ojos y se largó a llorar. Me abrazó, me besó... Me pidió disculpas y... no sé cómo... no sé cuándo... me sentí chiquita de nuevo.” La revelación, que llega a Laura por una compañera de cautiverio de su madre, se convierte en este montaje en expresión de libertad y gozo ante el nacimiento de su hija. Esa plenitud le permite deshacerse de los episodios de rechazo y angustia y de las advertencias de una madre que le aconsejaba “no hacer caso de lo que diga la gente”.
Dedicada por la autora a “todas las madres y todos los hijos”, Contracciones fue presentada el miércoles ante un auditorio especialmente receptivo, integrado por un grupo de Abuelas de Plaza de Mayo, entre ellas la presidenta de la Asociación, Estela B. de Carlotto, por hijos de desaparecidos durante la última dictadura militar y miembros de entidades de derechos humanos. Los buenos trabajos de Betoldi y Córdoba, así como el diseño de luces de Jorge Merzali y el vestuario de Laura Singh, hacen posible una obra en la que el horror no produce seres apáticos sino personajes abiertos a la vida. Quizá sea ésta una de las razones por las cuales la obra traspasó fronteras. Estrenada en versión reducida en el ciclo Teatro X la Identidad 2001, fue traducida al francés y ofrecida como semimontado en el Congreso de la Mujer celebrado en París en 2002. Al año siguiente fue montada en el Teatro Arcola (una Sala del Royal Theatre de Londres) por un elenco inglés dirigido por Tiffany Watt-Smith. En noviembre de 2003 se realizó una nueva puesta dirigida por Muriel Hunet en la ciudad francesa de Lille y otra más el año actual, en el Distrito Federal de México. Las funciones de Contracciones se realizan viernes y sábados a las 20.30 en el Teatro Andamio 90, de Paraná 660.