ESPECTáCULOS › EL GRUPO PIERROT LUNAIRE EN EL FESTIVAL DE BUENOS AIRES
Los sonidos del tríptico de Viena
El conjunto austríaco, fundado por dos argentinos, dará tres conciertos en el Colón, dedicados a la ciudad de Schönberg.
Por Diego Fischerman
Poner el foco en una ciudad puede ser una buena manera de trazar un programa estético. Sobre todo si esa ciudad es Viena. El Pierrot Lunaire Ensemble, fundado por dos músicos argentinos, la flautista Silvia Gelos y el pianista Gustavo Balanesco, tocará, a partir de hoy y como parte del Festival Buenos Aires, tres conciertos dedicados a esa ciudad. “En Viena existe, a partir de Schönberg, una línea histórica inevitable. Aun cuando él rompió, aparentemente, con la tradición, hoy es un referente y un clásico del siglo XX, tal como Beethoven o Mozart lo fueron para él”, asegura Balanesco, en una conversación con Página/12.
Hoy a las 17 en la sala principal del Teatro Colón, mañana a las 18 en el Salón Dorado y el viernes 13 en esa misma sala, el Pierrot Lunaire, que también trabajó en un proyecto mucho más cercano a tradiciones populares rioplatenses, junto al compositor Gustavo Mozzi, desarrollará una suerte de tríptico. La Viena del 1900 –con obras de Johann Strauss, Alban Berg, Arnold Schönberg y Alexander Zemlinsky–, Austria en el siglo XXI –composiciones de Isabel Mundy, Karlheinz Essi, Olga Neuwirth, Klaus Lang y Nader Mashayekhi– y compositores de la Baja Austria –obras de Werner Schulze, Leopold Brauneiss, Ferdinand Weiss, Augustin Kubizek, Wolfram Wagner, Annes Raffaseder y Stefan Albert– son las tres estaciones con las que el grupo que conforman, además, Barbara Schuch en clarinete, Florian Fischer en violín y Aleksander Timotic en violoncello, recorrerá más de cien años de música. “En Austria, la tradición y la modernidad se contradicen y complementan permanentemente”, dice Balanesco. “La característica común, en los autores más jóvenes, tal vez sea, pese a todo, la fuerza de la tradición.”
–¿Qué tienen en cuenta para elegir el repertorio?
–Nuestras elecciones son fundamentalmente dialécticas, tal como lo son la naturaleza y el desarrollo de la historia. Por supuesto que la historia musical y nuestra relación con la interpretación de las distintas corrientes y lenguajes que confluyen en nuestro tiempo no pueden estar alejadas de esta concepción. La diversidad, la contraposición de ideas y la suma de acontecimientos de la que está impregnada la música –y nuestras vidas y puntos de vista– son fundamentales a la hora de preparar nuestros programas.
–¿Cómo es la rutina de un grupo de cámara de las características del Pierrot Lunaire?
–El grupo tiene, actualmente, una agenda que ronda los ochenta conciertos anuales. El gran apoyo por parte de las instituciones estatales como la Secretaría de Cultura de Viena, la Cancillería Federal de Austria y el fuerte subsidio a los grupos artísticos, en nuestro caso nos permite ensayar diariamente y dedicarnos full time a desarrollar los proyectos que tenemos en mente.
–Ustedes trabajaron con un compositor como Gustavo Mozzi, cuya obra se organiza a partir de ejes muy distintos de los habituales en la música europea...
–La experiencia de trabajo con Mozzi fue una de las facetas más interesantes de los últimos tiempos, por su profesionalismo, la sensibilidad y la ética artística. Este año, en octubre, tocaremos su música en la Konzerthaus de Viena.