ESPECTáCULOS › SEBASTIAN PIRATO MAZZA HABLA DE “AGORA. OTRO MUNDO IDEAL”
Las palabras que flotan en el aire
El director de la compañía de teatro aéreo Agora define como “comedia aérea” la obra que se puede ver gratis en Casa de la Cultura.
Por Silvina Friera
“Un día, no sé cómo pero seguro que estábamos alcoholizados, dijimos bueno, vamos a hacer la obra”, dice, medio en broma, medio en serio, un eufórico Sebastián Pirato Mazza, director de la compañía de teatro aéreo Agora, que estrena su primer montaje Agora. Otro mundo ideal, una propuesta que combina textos, acrobacia, teatro, proyecciones y vuelos con 17 intérpretes en escena, en el Espacio Casa de la Cultura (en el subsuelo de la Avenida de Mayo 575). “Chicos, ¿quién se puede colgar? ¿Están los presos? ¿Los reyes están? ¿No están los vestuarios del capitán y del general?”, pregunta el director, mientras los personajes, vestidos como si fueran cómicos de la comedia del arte italiana, responden acomodándose en sus posiciones y chequeando el dispositivo de seguridad de los arneses. Antes de lanzarse al vacío con un proyecto propio, Sebastián fue integrante de De la Guarda y del Teatro Sanitario de Operaciones (TSO), además de haber colaborado con la agrupación española La Fura dels Baus en los espectáculos montados en Argentina. “Mi miedo era la mediocridad, que te comparen con De la Guarda es una carga que no sabés cómo pesa”, confiesa en la entrevista con Página/12, acompañado por amigos y colaboradores que integran la compañía.
“De la Guarda no nos achanchó”, aclara Alejandro Marinelli, a cargo de la asistencia de dirección. “Como es un referente ineludible, te obliga a investigar, si pretendés hacer un teatro aéreo distinto.” En Agora. Otro mundo ideal, que se presentará con entrada libre y gratuita hoy y mañana a las 20 y la próxima semana (de jueves a sábado), un mundo armónico, pero gobernado por monarcas, comienza a resquebrajarse a partir de las dudas de una joven pareja, cuyo destino será el destierro (para los griegos y romanos implicaba la muerte en vida, el peor de los mundos posibles) o la permanencia en el Agora. Esta disyuntiva será resuelta por el mismo público, que podrá optar por salvar a los jóvenes o condenarlos. La obra no sólo opera en el campo de las imágenes y las sensaciones, sino que se sirve de ellas para contar una historia sobre los deseos y el bienestar. “En este momento nada está censurado, todo está permitido. Por eso nos preguntamos qué pasa con el deseo cuando el imperio no censura nada”, comenta María Arozamena, autora de los textos. “Todo empezó a partir de una frase del poeta William Blake: ‘El que desea y no obra engendra pestes’. Qué pasa ahora con esa frase, que en su momento generaba acción, y qué sucede en la obra.”
Después de estas seis únicas funciones, Pirato Mazza y su troupe sueñan con viajar por todo el país con Agora, a la que definen como una comedia aérea. “Pero no queremos embarcarnos en una gira comercial. Buscamos el placer, que es esta obra en sí.”
–¿Qué distingue a Agora de otros grupos que hacen teatro aéreo como De la Guarda?
–Lo que hice fue combinar lo que aprendí con De la Guarda, con el TSO y la Fura, que fue muchísimo, y animarme a meter el condimento principal que hasta ahora no se había usado: el texto en el aire. Además de exigirle al actor el dominio de la parte técnica, la destreza física y la acrobacia aérea, le planteo el desafío de decir un texto. Al principio me daba pavor la reacción de los actores. Hasta que pude perder el miedo al texto y a lo que implica colocar bien la voz en el aire. Cuando te colgás, te cambia todo el cuerpo, respirás diferente, utilizás músculos que nunca usaste, por ende pensás diferente. La obra no está basada en las imágenes sino en el texto.
–¿Por qué ese temor al texto?
–Quizá porque en el teatro aéreo prevalece la imagen y pensaba que el texto iba a romper el equilibrio. Teníamos que contar una historia que estuviera estéticamente diferenciada y que fuera muy propia. Mi idea es desacostumbrar al público, “faltarle el respeto”, como queremos que ellos nos falten el respeto a nosotros. Esta obra está hecha para que la gente se porte mal, para que intervenga, que vote, que empuje, que baile, que opine, esa es la idea. La intención es que la gente abandone ese rol de espectador absoluto y se transforme en pueblo. Yo quiero sacar lo peor de cada uno de los espectadores.
–¿Hasta dónde puede intervenir el público?
–Puede cambiar la situación de los personajes votando en el final. Yo empecé en el under con Mosquito Sancinetto. Por eso incorporé elementos del varieté o del match de improvisación. En los precalentamientos utilizamos muchos ejercicios de improvisación para que los actores se entrenaran. De 300 personas, seguro que veinte van a querer jugar. Entonces agarremos a esos veinte para contagiar al resto. En el final, los reyes piden que se vote, para saber qué se hace con esta pareja conflictiva. Y ahí el público tiene que decidir cómo termina la obra.