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Una más y no jodemos más
Por Diego Bonadeo
No demasiado tiempo atrás, apenas unas semanas, en páginas parecidas a éstas, con la referencia inmediata, no de la definición sino del desarrollo de la Copa América, quien esto escribe intuía que, de continuar el nivel de juego de la Selección Nacional, podían avizorarse performances satisfactorias.
Tal como sucedió en la presentación frente a Ecuador en el torneo continental, resentidos de varios pelajes dedujeron que Serbia y Montenegro no era parámetro para justipreciar la goleada.
El primer tiempo del debut del equipo olímpico argentino en estos Juegos será para recordar, pese a que la habitual mezquindad utilitaria de la televisión probablemente circunscriba el esta vez más que disfrutable ejercicio de la memoria, a los seis goles, escamoteando el enorme placer de las jugadas previas a esos tantos, en especial los cuatro del primer tiempo.
Y así, sin ser sponsor de la Selección Argentina, uno se hace hincha del combinado, no de manera marquetinera, sino con las mismas expectativas con que se ve una película que a uno le gusta, se lee un libro gratificante o se va a un recital o concierto del paladar del asistente.
Hacerse hincha de esta Selección para que siga jugando el fútbol que le gusta a la gente supone también que siga ganando, para poder seguir disfrutando de su fútbol, como cuando al grupo o cantor o cantora se le piden bises, aunque el singular de “una más y no jodemos más” presuponga el pedido de varias más...