ESPECTáCULOS › LANATA EN FORMATO AMPLIADO

Un programa de TV de dos horas

Sólo el tamaño de pantalla diferencia a Deuda de un especial de televisión.

 Por Horacio Bernades

“Deuda está siempre al borde de lo obvio”, afirmó en alguna entrevista Jorge Lanata, y en verdad parece difícil que el espectador salga de la película sabiendo algo nuevo sobre la deuda externa e interna de la Argentina. Filmado en digital, el documental con el que el creador de Detrás de las noticias ingresa al cine –codirigido junto a Andrés G. Schaer– surgió de una propuesta de la poderosa productora Patagonik Films, la misma que viene de lanzar Patoruzito y Peligrosa obsesión. Aunque Lanata prefiere definirla no como un documental sino como “una película” (lo cual presupone que un documental no lo es), el tamaño de pantalla parecería la mayor diferencia entre Deuda, quién le debe a quién y un especial de televisión.
En busca del “factor humano” que diera pie a una fuerte apelación masiva, el conductor de Detrás de las noticias dio con Barbarita, la nena tucumana que en plena crisis del 2001 llegó a llorar de hambre en televisión, y a quien ya había llevado a su programa. Con dinámica de zapping, a lo largo de Deuda Barbarita, otros niños subalimentados y sus familias aparecen confrontados con los empavonados asistentes al Foro de los países ricos en la paradisíaca Davos. Estos polos dramáticamente enfrentados coexisten, en la película de Lanata-Schaer, con veraneantes de Punta del Este obsesionados con el pronto pago de la deuda por parte del gobierno argentino, secuencias animadas –de tono e intención cuasi escolares– y entrevistas a funcionarios, representantes del FMI, observadores y especialistas en el tema. Además de la clase de digresiones típicas de los documentales de Michael Moore, con quien Lanata niega airadamente toda posible comparación.
Como sucede en las producciones del autor de Fahrenheit 9-11, lo que amalgama tan heterogéneos materiales no es otra cosa que la presencia del propio Lanata, quien a lo largo del film mira y le habla directamente al público. Fiel a su personaje, El Gordo aparece como el periodista-justiciero que todos conocemos. Fumador en cadena y puteador, es capaz de ingresar con la misma suficiencia a una tapera tucumana, a la sede de Davos o a la del FMI.
Sin embargo, es aquí donde se produce un imprevisto que no parece destinado precisamente a reforzar esa imagen. Cuando, tras sortear varios obstáculos humanos, Lanata logra dar con Anne Krueger –ex directora del FMI– y la fuerza a una minientrevista, lo que de antemano podría suponerse como lucha de perro y gato termina resultando un tímido pregunta/respuesta, en el que el periodista de imbatible ironía se comporta casi como un principiante achuchado. Y si alguien sale bien parado es, oh sorpresa, el ogro (o la ogra).
Tal vez sea ésa la verdadera diferencia entre el documental de Lanata y los de Michael Moore. La línea narrativa de Deuda replica visiblemente el esquema-Moore, con su protagonista como vocero del hombre común, llegando hasta las más altas esferas para encarar al poderoso a punta de micrófono. La diferencia radical estriba en lo que ocurre de allí en más. Donde Moore pone en apuros al gerente de Nike, al de General Motors o al riflero Charlton Heston, parecería que Lanata se limita a darle los pies a Mrs. Krueger, para que aquélla se salga con la suya. Más allá de varios momentos eficaces y un decurso sin duda entretenido, en el zapping de Deuda, al llanto de una niña que hace días que no come puede sucederle la reflexión del conductor sobre “el circo mediático” (mientras la alza en brazos y la besa), y un dibujo animado (que imita la técnica utilizada por Richard Linklater en Despertando a la vida) da lugar a un fragmento dedicado a Alejandro Olmos, el periodista que, en tiempos de dictadura militar, inició una larga y exitosa causa por estafa contra José Alfredo Martínez de Hoz.
La figura y la denuncia de Olmos habían sido el eje de La mayor estafa al pueblo argentino, documental sencillísimo y hasta casi primario, tanto en objetivos como estructura.
Estrenada sin ninguna alharaca el año pasado, La mayor estafa al pueblo argentino lograba pasar en limpio, con máximo rigor y detalle, cuándo, cómo, quiénes y por qué contrajeron y extendieron en el tiempo, hasta el presente, la deuda externa e interna de la Argentina. Algo que, con muy distintas pretensiones y tamaño, difícilmente pueda afirmarse de Deuda.

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Lanata le habla directamente al público y, fiel a su personaje, aparece como el periodista-justiciero.
 
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