ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A JOSE OGIVIEKI
“Tinta roja”, un paseo por los más grandes letristas
El ciclo del Club del Vino, que desató una gran pelea al abordar a Homero Manzi, propone tres veladas imperdibles.
Por Cristian Vitale
El Club del Vino fue escenario de una trifulca anacrónica, casi grotesca, cuando dos grupos de personas discutieron sobre Homero Manzi y su posición respecto del peronismo en 1946. Fue hace dos domingos, cuando los organizadores del espectáculo Tinta roja, los poetas del tango emitieron un discurso en el que el compositor de Fruta amarga asentaba a viva voz posición ante el naciente peronismo, nutrido de la impronta nacional y popular de Forja y frustrado por el papel de la UCR –donde militaba– durante la Década Infame. “Fue una situación tragicómica”, evoca José “Pepo” Ogivieki, director artístico del ciclo. “Pasamos el discurso y de inmediato hubo gente que comenzó a protestar por lo que decía Manzi, ¡hace 58 años! Inclusive algunos se pararon, discutieron con otro grupo afín a Manzi y se fueron, pero la mayoría se quedó. Lástima que se haya podido escuchar poco...” Para evitar que fluyan pasiones en la edición posterior, Ogivieki decidió prevenir al auditorio sobre el contenido de Mordisquito –la columna radial que Discépolo hacía en apoyo al primer gobierno de Perón– y no hubo que lamentar incomodidades. “Aún sigo sin entender por qué se fue cierta gente. Yo conseguí el testimonio de Manzi y lo puse, porque me parece bueno escuchar la voz del autor al que estamos evocando. Si lo hubiese tenido leyendo una receta de cocina, lo hubiese puesto igual. De hecho, no todos estábamos de acuerdo con su posición. Pero cómo vas a intervenir, es la palabra de Homero”, sostiene el pianista y arreglador.
Manzi, Discépolo y Enrique Cadícamo son tres de los seis poetas del tango que una orquesta dirigida por el actual director musical de Rubén Juárez lleva evocados hasta ahora en Tinta roja, un ciclo que proseguirá durante tres domingos, hasta el 19 de diciembre (a las 20.30), con Cátulo Castillo, Homero Expósito y José María Contursi como objetivos. “Tinta roja es una mirada sobre los poetas del tango, que incluye facetas de ellos que habitualmente no se observan y obras conocidas. Es un desafío personal, porque como músico nadie te vincula a la poesía y para mí, al menos en el tango, es esencial”, sostiene Ogivieki, autor de Ciudad de Nadie y Bailarín, temas que Juárez incluyó en su álbum blanco. El homenaje a cada poeta incluye la lectura de poemas inéditos, perlitas musicales que han quedado al margen del imaginario y la interpretación “casi pura” de 18 temas de cada uno con sus respectivas anécdotas. “Tratamos de no arreglar demasiado los temas porque me interesa la poesía –insiste el pianista–, aunque esto no quiere decir que abandone la música a su suerte. Además, hacemos una cosa despojada en cuanto a puesta, porque leemos todo. No queremos hacer una demostración de escenografía sino presentar al homenajeado.”
Hoy, el poeta en cuestión será Cátulo Castillo, figura central de la historia del tango que le demandó a Ogivieki un tiempo importante de investigación. “Para tener un perfil acabado de cada poeta, lo ideal es entrevistar a gente cercana a ellos. En el caso de Cátulo tuve una larga conversación con quien fue su mujer, Amanda Peluffo, que me sirvió para elegir su repertorio y saber en qué parte del recital interpretar cada tema.” El músico con manías de investigador recién terminó de armar el repertorio cuando consiguió, tras mucho esfuerzo, la letra de Amor de remolino, una figurita difícil de la obra de Cátulo, que aparece entre los temas a interpretar junto a Se muere de amor, Tinta roja, Café de los angelitos y La última curda. “Me encontré con varias sorpresas después de entrevistar a Amanda: Cátulo fue distinto de Manzi y Discépolo, porque nunca creyó que estaba haciendo un gran aporte. Inclusive la sombra de su padre, José, operó bastante tiempo sobre él cuando empezó a componer. Sólo hacía música (Silbando, El aguacero) y la letra era de su padre, hasta que éste murió y se largó con esas maravillosas letras que todos conocemos.”
La orquesta íntima que acompaña a Ogivieki está integrada por Norberto Vila en bajo, Mariano Signa en bandoneón y los cantores Daniel Cortés y Alicia González. “Es impresionante la cantidad de veces que tuvimos que parar en los ensayos por motivos sentimentales. Con Discepolín –tema que Manzi compuso estando internado, poco antes de morir– teníamos que parar a cada rato porque Alicia no podía terminarlo... se largaba a llorar.” Además de leer poemas inéditos de Manzi –que su hijo Acho le publicó post mortem–, Cortés y González fueron los encargados de improvisar las payadas sobre Perón y Evita, escritas por Homero, y los maravillosos temas de Discépolo que costó seleccionar pese a los no más de 40 que tiene. “El set de Armando lo dividimos en cuatro ejes: el burlón (Esta noche me emborracho y Justo el 31), el crítico (Yira Yira y Cambalache), el romántico (Martirio y Desencanto) y el que no terminó (Fangal), que después concluyó Expósito”, reseña el director. “El hecho de que Gardel le haya grabado muchos temas a Discépolo fue trascendental. Fíjese que Gardel graba Que va’chaché en 1926, tema en el que el demente de Discépolo ya empieza a plantear lo que años después se ve con Cambalache. De hecho, ese tango se estrenó en Montevideo ante un despelote infernal. La gente lo silbó y le tiró de todo, porque quería escuchar otra cosa. Había que tener huevos para escribir eso en esa década, aparte del genio y del talento.”
El ciclo –prueba piloto para uno de mayor envergadura, según sus productores– concluye los domingos 12 y 19 con la evocación de Homero Expósito y José María Contursi. Del primero, Ogivieki promete interpretar Naranjo en flor, Maquillaje, Afiches, Absurdo, El milagro, Yuyo verde y el único tema que hizo con Troilo: Malevo. Y del segundo, están en gateras Cristal, Grisel, En esta tarde gris y Tango triste. Dice Ogivieki: “Una cosa que tomamos en cuenta para plantear el ciclo es que, al revés de lo que pasa habitualmente, que los intérpretes se valen de las obras para su propia vanidad, acá las estrellas son el autor y su obra.”