ESPECTáCULOS › “ESPANGLISH”, DE JAMES L. BROOKS, CON ADAM SANDLER

Demasiada corrección política

Por M. P.

A la hora de explicar su supervivencia dentro del mundo del espectáculo, Brad Bird –el director de Los Increíbles, el último gran megaéxito animado de Hollywood– le dijo a este diario que cada vez que había logrado hacer realidad sus sueños, lo hizo a la sombra de los gorilas de 200 kilos del negocio. Y nombró, como ejemplo, a Steven Spielberg, a Pixar y a James L. Brooks. Uno de los grandes nombres de la industria del entretenimiento, cada tanto Brooks le pone su firma a comedias dramáticas que son cada una de ellas casi un estudio de la neurosis dentro del ámbito familiar y/o laboral. Trabajan- do siempre con grandes estrellas, Brooks tiene la habilidad de crear personajes desastrosos y a la vez queribles, como lo hizo con Jack Nicholson en su anterior película, Mejor imposible. Y no tiene miedo de abrazar la emoción como recurso genuino.
Demasiado llena de una excesiva corrección política –que el crítico de cine del semanario The New Yorker calificó como digna de una comunidad, la de los liberales de Holly- wood, en un estrés post-eleccionario–, Espanglish cuenta con todos los elementos de los anteriores éxitos de Brooks. Pero fracasa a la hora de hacer con ellos una película. Y no se trata de una película cualquiera, sino de una comedia dramática de más de dos horas, y cuya historia supuestamente está narrada por una adolescente escribiendo su ensayo de ingreso a alguna universidad privada.
Demasiado consciente del contenido político de su película en medio del año en que, como se constató en los Oscar, la industria cinematográfica norteamericana parece haber abrazado a su potencial público hispano, el talento de Brooks para el detalle cotidiano parece haber sido superado por sus excesivamente buenas intenciones. De hecho, Brooks llegó a declarar que para construir el personaje principal –a cargo de la bellísima Paz Vega– estuvo durante dos años realizando entrevistas.
Su historia es la de una mexicana que vive en California desde hace más de un lustro sin necesidad de aprender inglés, pero que realmente cruza la frontera cuando –empujada por la necesidad de aumentar sus ingresos– comienza a trabajar para una familia norteamericana. Suerte de pequeño ensayo sobre el significado del éxito, Espanglish coloca a su protagonista hispana en medio de una familia disfuncional, pero encantadora. Allí está Tea Leoni encarnando a la esposa bienintencionada aunque siempre equivocada, Adam Sandler como el esposo condenado por su éxito como chef y por la histeria de su mujer, y también los niños, y hasta Cloris Leachman haciendo de abuela borracha desde Un Santa no tan santo.
Tal vez con Nicole Kidman en el papel de Tea Leoni y una actriz mexicana mucho más común que la belleza descarnada de Paz Vega, Espanglish hubiese funcionado como película. Tal vez lo que hubiese necesitado es fascinar con una belleza rubia y enamorar con el corazón de cualquier mujer alejada de las ambiciones de la clase alta y blanca de la Costa Oeste norteamericana. Pero lo cierto es que no deja de ser lindo de ver a Vega en la pantalla, y que seguramente Espanglish no hubiese funcionado de ninguna manera como película. Porque no lo es, tan sólo es una especie de admisión de culpas de clase, y un producto que parece funcionar sólo al comienzo de cada escena, para defraudar invariablemente con cada interminable desenlace.

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