ESPECTáCULOS › “EL BONAERENSE” ELOGIADO FERVOROSAMENTE EN CANNES
“Perfección casi pavorosa”
El nuevo film de Pablo Trapero, presentado en el Festival de Cannes, fue celebrado por la crítica. También gustó lo nuevo de Caetano.
“Cuando se ve El bonaerense ya se puede comenzar a apostar sobre la importancia de un cineasta como Trapero, tanto es lo que la película asombra por su maestría con el espacio, con los actores, con la narración, con la textura de la imagen, de la banda de sonido, con los juegos del cine: una perfección casi pavorosa.” Estos son algunos de los conceptos con los que el matutino francés Libération elogió ayer el segundo largometraje de Pablo Trapero, El bonaerense, exhibido en la sección oficial “Un certain regard” (no competitiva) del Festival Internacional de Cannes. En un extenso y documentado artículo –el primero que publica la prensa parisina sobre el film–, el crítico Didier Peron se explaya sobre las virtudes de la nueva película del director de Mundo grúa. La nota de Libération tiene su importancia porque el periódico es un formador de opinión y puede abrirle a El bonaerense un espacio de consideración en el mercado francés. La publicación coincidió ayer, a su vez, con la primera proyección, también en Cannes (en la sección “Quincena de los realizadores”), de Un oso rojo, la nueva película de Adrián Caetano, que culminó –según consignan las agencias de noticias– con una larga y entusiasta salva de aplausos.
El artículo de Libération incluye a El bonaerense en el contexto del llamado “nuevo cine argentino”, que está viviendo un momento de esplendor en el circuito de festivales internacionales. “Buenos Aires cuenta con una de las más fuertes concentraciones mundiales de escuelas de cine por kilómetro cuadrado”, señala a modo de introducción la nota. Y agrega: “El interés por la producción argentina no ha cesado de ser recompensado por films de facturas tan diferentes como Plata quemada, de Marcelo Piñeyro; La ciénaga, de Lucrecia Martel; y La libertad, de Lisandro Alonso”, todos films que el año pasado tuvieron estreno comercial en las pantallas francesas, con grandes elogios por parte de la prensa especializada y un estimable interés del público.
Para el crítico Didier Peron, “esta excelencia del film de Trapero, sin embargo, nunca se simplifica, sino que sabe fundirse en la mugre de una comisaría siniestra de los suburbios de la capital argentina”. El bonaerense es la historia del Zapa (Jorge Román), un cerrajero de pueblo que da un mal paso y va a parar a la cárcel. Un familiar, policía retirado, tiene la posibilidad de sacarlo... enrolándolo en la policía de la provincia de Buenos Aires. “El Zapa –describe Libération– se encuentra, a los 32 años, en medio del estruendo urbano y obligado a salir de cero, en la mugre de una comisaría de los barrios populares, lejos del centro de la ciudad: se convierte en el Bonaerense, nombre que se la da a la periferia de Buenos Aires y también a los canas que trabajan ahí. El cineasta le da al registro de la incursión, documentada en un medio profesional, toques pictóricos (...) Sin embargo, el punto de vista de Zapa es tan atrapante que el espectador participa desde el interior del proceso de su corrupción.”
El artículo, titulado “Buenos Aires sin salida”, consigna que “Trapero roe el hueso del personaje hasta la médula y lo vuelve a escupir (...) La película es verdaderamente aterradora porque lo que es válido para la policía también es válido, seguramente, para la administración y la esfera pública en general, las instituciones, la política, y era necesario un increíble poder descriptivo de los hechos, de las actitudes, de la atmósfera de los lugares para restituir tan precisamente las ideas nefastas que merodean todo el cuerpo social. (...) Estas relaciones de intercambios de favores, de sobres pasados bajo la mesa, de venganzas terroríficas, son prácticas mafiosas convertidas en regla común. Zapa nunca está determinado por un discurso, sino, como dice el cineasta, por ‘sus silencios y sus decisiones’. Callado, con mirada de perro apaleado ante la voz gruesa de sus jefes, sensible a los honores, aún usurpados, el Zapa vuelca sobre nosotros oleadas de humanidad que causan pánico, que nose pueden amar ni odiar, solo considerar un destino de amargura y de precariedad, una tragedia sin dios ni gloria, ni desenlace”.