ESPECTáCULOS › LOS APRESTOS DEL ESPECTACULO FRENTE AL MUNDIAL 2002
Si no podés ganarles, únete
Partidos en los cines, discotecas con happy hour, bares con pantalla gigante: hay docenas de propuestas para salir e igual ver el Mundial de Corea y Japón. Algunos famosos cuenta cómo verán los partidos.
Por Julián Gorodischer
El Mundial tendrá usos imprevistos: inusual predancing, revitalizante de cines y teatros en problemas o, por qué no, remedio para melancólicos. Paraíso del noctámbulo y el trasnochador, la edición 2002 de la Copa innova con la transmisión colectiva en bares, discotecas, teatros y cines, que ya empezaron a vender con buena suerte localidades entre los ocho y los veinte pesos. Al Gran Rex y el América, el domingo a partir de la medianoche irán llegando las barras para ver la proyección del partido entre Argentina y Nigeria en pantalla gigante, propuesta a tono con “la buena performance” del equipo –según dicen los organizadores–, pero también con el ánimo de la crisis.
Facilitar la fiesta a metros del Obelisco parece una buena idea, y la expectativa crece junto con el rendimiento de la Selección. “En el Mundial pasado no se pensó en algo similar porque no había expectativa de llegar a la final, y ésa es la única forma de que el emprendimiento sea rentable”, dice Yamil Edi, empresario que organiza la movida. “Y esta vez lo que convoca es el horario.”
Llegar despiertos a las dos y media de la mañana, horario del primer partido de la Argentina, habilita una pequeña industria. Lejos de modificar su programación habitual, otros cines y distribuidoras confían en las bondades del “hacer tiempo” para atraer espectadores. Silvina Pizarro, del departamento de Marketing de la distribuidora Columbia, asegura que “el Mundial no afecta al espectáculo”, y que por eso se decidió estrenar esta semana La habitación del pánico, con Jodie Foster, uno de los dos únicos films nuevos de la semana junto con la argentina El descanso. Es una apuesta bajo convicción de que “por el horario insólito que van a tener los partidos –dice Pizarro–, la gente tendrá que esperar despierta, no perdérselos. En ese plan, ¿por qué no ir al cine?”.
El cine Monumental de Lavalle confía en que “siempre hay público para las películas –según Eduardo Fasceto, dueño asociado–, y más cuando se trata de un estreno como La habitación del hijo”. Pero ya hay varios escépticos en lista de espera para sumarse a las proyecciones de los partidos de la Argentina. Si el domingo a la madrugada todo sale bien, y si el Gran Rex y el América llenan todas las áreas de sus salas, para la próxima se agregarán el Gaumont, el Santa Fe 1 y 2, el Opera y el Lola Membrives, reservados de antemano por Yamil Edi. “Imagino un target de 25 a 50 años, con gran mayoría de hombres y mujeres en barra, o de familias que se armen un programa de sábado a la noche y quieran hacerlo completo”, dice Edi, y arriesga slogan probado y rendidor: “Es un espectáculo muy grande para verlo en chico”.
Discotecas y bares no quieren quedarse afuera del club Amigos del Mundial, y organizan veladas a medida. Pista y pantalla gigante son el cóctel obligado para el sábado y domingo a la madrugada: una dulce espera con happy hour de bebidas alcohólicas o con ambientación a tono con la euforia futbolera. ¿Crisis, qué crisis?, razonan los dueños de boliches en los preparativos de la fiesta grande. Son hombres proclives a que el partido Argentina-Nigeria abone a la euforia y a no pensar en que la noche pueda empañarse. “Gane o pierda Argentina, acá la gente viene a bailar, sin estímulos extra, y lo va a seguir haciendo más allá del resultado del partido”, dice Leo Mateu, de la discoteca Pachá, que instalará pantalla gigante y particular decoración con banderas. En las bandejas sólo podrá escucharse a dj argentinos (Zucker, Carlos Alfonsín, y Martín García) como para que la hinchada se motive. La misma fiebre se instalará en El Living, donde todas las meseras vestirán camisetas celeste y blanca. Misma cruzada nacionalista invadirá El Podestá, con happy hour de cervezas y una atención para excéntricos: pista al reparo de las pantallas, para bailar sin enterarse del último gol. En The Roxy, en tanto, el partido vendrá con el plus de los exóticos Parraleños, delirante grupo integrado por descendientes japoneses que completará la puesta en escena.
La escritora y periodista María Rita Figueira aprovechará el Mundial para lanzar, a mediados de junio, su libro Sí, sí, señoras (Editorial Sudamericana) en el que recorre el fanatismo a favor y en contra del fútbol. En clave irónica, como si se tratara de un texto de autoayuda, brinda claves “para no morir de fútbol”. “Entiendo a algunas mujeres que no les interesa para nada el Mundial”, dice. “En esta época, hasta Casa Foa pasa a ser Casa Fóbal, y ninguna puede zafar de los gritos en los balcones. La indiferencia es lo más difícil de conseguir cuando todo el mundo se salpica.” ¿Qué hacer, a qué oferta cultural o de espectáculos adherir en caso de que el Campeonato del Mundo no interese a la dama o el caballero? Figueira buscó, en vano, una respuesta. “Conocí gente, en otros mundiales, que hacía trámites o iba al cine en los horarios de los partidos de Argentina, con la necesidad de exhibirse como seres diferentes y de mostrar un poquito de rencor. Pero esta vez, los partidos van a ser la reivindicación de los noctámbulos. Y para el desentendido, no creo que con el Alplax alcance.”
La tele, en tales casos, ayuda. Los canales de películas no ofrecen programación ad hoc, pero un recorrido por la grilla verifica mucho romance y contenido erótico como para que la competencia no esté perdida desde el vamos. Film and Arts propone para el domingo a las dos de la mañana El último romántico, biografía y concierto de música clásica a cargo del músico Vladimir Horowitz, y para la previa la película Blue Sky, un clásico de Jessica Lange. El canal Europa, Europa proyectará Sin anestesia, de Andrzej Wajda, seguido de una tentación para cinéfilos: el primer capítulo de la miniserie “Berlin Alexanderplatz”, de Rainer Fassbinder (ver aparte). HBO y Cinemax acuden al erotismo como su arma letal con La pérdida de la inocencia sexual y Sensaciones ilícitas respectivamente, films de gancho fácil para compensar la pasión por las canchas. Pero los mismos programadores no arriesgarían respuesta al gran enigma: ¿Habrá alguien mirando?