ESPECTáCULOS
Un “Ménage à trois” que funciona al estilo del teatro del absurdo
El director y actor holandés Alex Van Warmerdam propone un film tan despojado estéticamente como cruel en su visión de la naturaleza humana.
Por Martín Pérez
Una cabra que sólo piensa en comer, un enano de jardín siempre necesitado de arreglos y un enorme y viejo granero en medio del campo. Esa es la escenografía que rodea a Brand, Keet y Lena, los obviamente tres personajes que habitan el film holandés Kleine Teun, bautizado para su estreno local como Ménage à trois. Aunque ese despojado entorno apenas si funcione de telón de fondo del absurdo drama que el curioso trío irá construyendo a su alrededor. Un conflicto que progresará paso a paso y frase a frase, en una curiosa puja de poderes entre dos mujeres con un hombre en el medio, cada uno de ellos atizando sus culpas y sus armas en una batalla nunca declarada a partir de la pasividad, el desafío y la maquinación.
Brand es un granjero iletrado y feliz, al que le gusta vivir bien lejos de la ciudad. Hacia donde viaja todos los días a trabajar su mujer Keet, mientras él se ocupa del campo y del hogar. Una jornada laboral que culmina con ambos sentados a la mesa, mirando televisión. Y con Keet leyéndole a Brand los subtítulos de sus películas preferidas. Hasta que un buen día Keet le presenta a Brand la profesora que le enseñará a leer: una rubia curiosa y atrevida llamada Lena. Brand no quiere saber nada, y entonces Keet le pedirá: “Hacelo por mí”. Tal como su título en castellano sugiere, Lena no sólo le enseñará a leer al caprichoso y ermitaño Brand. Y su presencia en ese pequeño mundo irá mutando todo el tiempo las relaciones de poder entre los tres personajes sobre los que recae el peso de la película.
Protagonizada por su director y guionista Alex Van Warmerdam en el papel de Brand y su mujer Ante Malherbe en el papel de la manipuladora Keet, el título original de Ménage à trois puede ser traducido como Pequeño Tony, y hace referencia a un cuarto personaje que aparecerá en escena recién hacia el brutal epílogo del film. Basado en una obra teatral de Van Warmerdam, la versión cinematográfica de Ménage à trois guarda mucho de ese espíritu de tablas, en la medida de que sus mayores logros residen en los precisos, despojado y crueles intercambios entre sus protagonistas. Como es una suerte de extraño juego de la silla, Brand, Keet y Lena irán cambiando de lugar en el drama como quien cambia de lugar en un escenario, y esas mutaciones de sus relaciones de poder sucederán con pocas sutilezas. Más bien desnudando al instante cada una de esas movidas.
Con mucho del teatro del absurdo aplicado al costumbrismo social, Ménage à trois termina siendo un film despojado estéticamente, cruel en su retrato de la naturaleza humana y absurdo en su recorrido casi literal. Presentado cuatro años atrás en competencia en el Festival de Mar del Plata, el demorado estreno local de este film de un desconocido director holandés de culto es casi un capricho por parte de una pequeña distribuidora que supo estrenar recientemente films necesarios como La mamain et la putain, de Jean Eustache, o Un asunto de mujeres, de Claude Chabrol. Para el cinéfilo local, mientras tanto, es inevitable comparar Ménage à trois con Abel, la ópera prima de Van Warderman. Y en esemovimiento este cuarto opus cinematográfico del director holandés pierde sorpresa, humor y también contundencia. Pero no deja de ser una buena forma de acercarse a un autor y a un cine dedicado a desarmar e investigar las relaciones humanas como quien desarma un juguete para ver cómo funciona. Sucumbiendo a la curiosidad antes que a la seguridad de dejar las cosas en su lugar, y sólo dedicarse a darle cuerda.