ESPECTáCULOS › LOS CARABAJAL FESTEJAN ESTA NOCHE SUS 35 AÑOS DE CARRERA
“Los que criticaban ahora cantan”
La gran familia santiagueña se propone unir pasado, presente y futuro: en el grupo hay músicos que en 1967 ni siquiera habían nacido.
Por Karina Micheletto
“¿Qué tiene la chacarera, qué tiene que hace alegrar, a los ciegos hace bailar, los mudos la tralalean y los sordos se babean cuando la sienten tocar?”, pregunta en su apología a la chacarera Julio Argentino Gerez. Entre otras cosas, la chacarera tiene un apellido desparramado por cuatro generaciones de músicos y poetas, cuya sola mención remite al ritmo santiagueño por excelencia. Ese apellido es Carabajal, y da nombre a uno de los conjuntos referentes de la música popular argentina. Formado en 1967 por Agustín Carabajal, el séptimo de doce hermanos varones, por Los Carabajal fueron pasando varios integrantes de la famosa dinastía santiagueña (entre ellos, Peteco, Cuti y Roberto), y hoy el grupo cumple treinta y cinco años de trayectoria. Para festejar el aniversario, Cali, Musha, Walter Carabajal (hijo de Cali) y Lucio Rojas (hermano del Nochero Jorge Rojas) –tal la formación actual– actuarán hoy a las 21.30 en el teatro Ateneo (Paraguay 918), en un show en el que prometen “recordar de qué se trataron los comienzos, mostrar cómo es el hoy, y anticipar el mañana”.
A lo largo de estos 35 años, Los Carabajal no sólo nutrieron al cancionero folklórico con clásicos fundamentales como “La Telesita” y “Pampa de los guanacos”, también aportaron aires frescos al género, renovando las propuestas musicales (hoy nadie se sorprende ante una formación folklórica con piano o violín, pero en su momento causaron grandes revuelos tradicionalistas) y abriendo la poesía del paisaje regional. “Fuimos buscando enriquecer al género, hacer de alguna manera un aporte pero conservando las raíces, proyectándonos desde el lugar de donde venimos. Nunca dejamos de ser conscientes de que venimos de un patio de tierra”, sintetiza Musha Carabajal, que integra el grupo desde el comienzo.
Actualmente Los Carabajal tienen sus respectivas residencias desperdigadas por el país: Santiago del Estero, La Banda, Córdoba y Olivos. La música los junta continuamente por otros lugares: vienen de actuar el fin de semana pasado en el Festival del Poncho en Catamarca, y ahora seguirán por Brasil, Bolivia y España. Pero hay un punto de reunión natural al que necesitan recurrir para ensayar y crear nuevas canciones: Santiago del Estero. Allí vuelven cada vez que pueden, y desde allí están preparando el disco que saldrá después de Espíritu, su última producción. “Tenemos que estar allá para armar cualquier cosa, nutrirnos del paisaje y charlar con la familia. Tomamos muy en cuenta sus opiniones, porque ellos son parte del grupo”, explica Musha a Página/12 en un descanso del último ensayo en Buenos Aires, en la peña La Señalada, donde van cayendo primos y amigos que se enteraron de la reunión y se acercaron a transformar el ensayo en una peña, en pleno mediodía porteño.
–¿Cómo piensan encarar el show de festejo en Buenos Aires?
Musha: –Pensamos hacer un recorrido por las canciones de los 35 años, mostrando todos los matices por los que fuimos pasando, desde los comienzos, cuando éramos cuatro voces, guitarra y bombo, hasta lo que proyectamos para el futuro. Por eso vamos a estrenar chacareras como “Lágrima de amor”, “Amigo santo”, algunas vidalas y “La plañidera” del Duende Garnica.
Cali: –El show va a ser también un agradecimiento a la gente que nos permitió lograr estos 35 años, que no estaban en los cálculos de nadie. La satisfacción más grande es mirar hacia atrás y ver que todos crecimos y seguimos con la misma convicción, y que chicos como Walter y Lucio, que no habían nacido cuando empezamos, se pueden integrar a nuestra propuesta. En el medio pasaron muchas cosas, como el día que llamamos a los poetas amigos como Raúl Trullenque, Felipe Rojas y Carlos Carabajal, y les planteamos la necesidad de cambiar la poesía del folklore, encarar un paisaje más universal que el nuestro, ampliar el camino que habían abierto los padres fundadores. De ahí salieron temas como “La pucha con el hombre” o “Como pájaros en el aire”. Hoy parece algo natural, pero en su momento nos criticaron mucho. Hoy los que nos criticaban terminaron cantándonos.
–¿Qué significó para los dos más jóvenes pasar a formar parte del grupo?
Walter: –Yo entré hace 7 años, a los 26. Estaba tocando en un trío con Raly Barrionuevo y Marcelo Pereo, y me llamó mi viejo. Para mí fue un sueño, ni lo pensé. Mi primer día fue en un show en Escobar, primero entré como guitarrista y después empecé a cantar. Lo que más recuerdo de ese día son los nervios de antes de subir al escenario. Fue entrar a jugar directamente en primera.
Lucio Rojas: –Para mí fue descubrir la cantidad de cosas que tienen en común nuestras familias, a pesar de que la mía es del Chaco salteño. Y también un sueño cumplido, y una gran prueba que pasar. Walter y yo tuvimos que demostrar que no estamos acá por ser hijos o hermanos de alguien. Estuvimos un año ensayando todo el día, fue muy duro al principio. Ahora estoy un poco más tranquilo, creo que encontramos un equilibrio y un sonido propios. Pero sigue siendo una responsabilidad muy grande... Es que yo fui a ver a Los Carabajal por primera vez a los 9 años, cuando ellos todavía cantaban con saquito. Y ya en esa época yo cantaba con mi familia temas suyos. Si ahora estoy acá, tengo que estar a la altura.