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En 1985, Alejandro del Prado atravesó lo que hoy ve como uno de los momentos más maravillosos de su vida artística. Luego de haber grabado “Dejo constancia” (1982) y “Los locos de Buenos Aires” (1984), fue parte del grupo de guitarristas de Alfredo Zitarrosa en el exilio. “Ambos estábamos en México y lo fui a ver. Le llevé un casete y me dijo: ‘Mirá, pibe, laburo no tengo’. Estaba acostumbrado, porque iban los exiliados con el mismo fin. Le llevé la milonga ‘A Buenos Aires’ de Edmundo Rivero y vio mi toque. Hacía falta un guitarrista para la gira y me hizo llamar por Caito, uno de sus guitarristas. Me prestaron un smoking y recorrí 40 ciudades de México así.” Cuando Zitarrosa se presentó en Buenos Aires, aquel año, en un mítico recital en Obras, Del Prado se convirtió en el director del cuarteto. “Alfredo siempre decía que extrañaba Buenos Aires. Pienso que inventó una forma de expresión que hoy es muy común. Fue un gran poeta, por la rima, la métrica y todo ese background de música de nuestra región. El nunca decía que nuestra música era rioplatense, ni nada... era nuestra música.” La experiencia le dejó un guitarrón de regalo que luego terminó en manos ajenas. “Ese instrumento terminó de una manera muy zitarroseana. Después, le compuse un tema al que me lo robó.”