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–¿Cómo funciona la química musical y afectiva con su hermano Andrés?
–Muy fuerte pero en momentos fugaces... como un chorro que te entra del cielo al cerebro. No es lo que pasó con No me nombres, porque agarré un tema que Andrés ya había compuesto. Fui a su casa, escuché como 700 temas y cuando llegué a ese dije “es como un Stand by me de 2003”.
–¿Hay competencia de ego entre ustedes?
–Siempre fuimos muy compinches hasta que él se fue de casa. Nuestros caminos se bifurcaron cuando nos faltaban cosas por descubrir. Si hubo competencia detrás de eso, no lo sé... sería muy difícil de descubrir. Pero no creo: siempre nos juntamos a escuchar nuestras canciones antes que las escuche nadie.
–¿Qué admira de él?
–Su enorme talento de estrella de pop rock. Para él, la música es un refugio más grande que para mí... valora la música por sobre cualquier cualidad de las personas. Es un obsesivo de buscar la gran canción, como una utopía.