EL PAíS › ROZAS SE IMPONIA A IGLESIAS POR LA JEFATURA DE LA UCR
Con un ojo puesto en 2007
El saliente gobernador chaqueño obtenía, anoche, la presidencia del radicalismo. Su par mendocino y adversario no quiso compartir la conducción partidaria. Con su reelección, Rozas comienza su carrera para postularse como candidato radical para la Presidencia de la Nación dentro de cuatro años. Los otros cargos.
Por José Natanson
Luego de una semana de negociaciones apasionadas y frenéticas, el radicalismo se preparaba anoche para reelegir a Angel Rozas al frente del partido por los próximos dos años. Su rival, Roberto Iglesias, admitió que no alcanzó los votos necesarios, aunque se negó a sumarse a una conducción consensuada. Si, como todo indica, finalmente consigue su reelección, Rozas obtendría un lugar –modesto, pero el único disponible que tienen los radicales– para lanzar su candidatura presidencial en el 2007.
“Tenemos entre 68 y 70 adhesiones”, aseguró Rozas anoche, antes de ingresar al Comité Nacional. Con la cifra, el chaqueño conseguiría los dos tercios –sobre un total de 102 delegados– para lograr su reelección. “No tenemos los votos necesarios para imponer mi candidatura”, admitía Iglesias un rato después.
A pesar de que estaba claro que los números no le daban, Iglesias se negó a integrar una conducción de consenso. Cerca del mediodía, el mendocino se había encontrado en un restaurante del centro con Rozas, quien ofreció que lo acompañe como vice. Iglesias se negó, argumentando que encarnaban posiciones ideológicas diferentes. “Votamos, y el que gana define la mesa de conducción”, fue la respuesta del mendocino.
Sin chances de un acuerdo, Rozas reunió a los suyos en un bar de la calle Moreno, e Iglesias se encontró con sus seguidores –Rafael Pascual y Enrique “Coti” Nosiglia, entre otros– en un hotel del microcentro. Mientras, los delegados de los bandos llegaban de a poco al Comité Nacional. Antes de ingresar al salón semivacío, cada uno se encargaba de dar su versión. “Estamos muy tranquilos, llegamos cómodos”, aseguró Ricardo Alfonsín, alineado con Rozas. “Vamos a ver si le dan los números”, lo desafió Pascual.
Anoche, poco después de las diez, los delegados finalmente comenzaron el encuentro, que incluía una serie de pasos burocráticos –el informe de la mesa de conducción, la designación de la comisión de poderes, la intervención de los representantes de los diferentes sectores– hasta la elección de la nueva jefatura partidaria.
Mientras, continuaban negociando los nombres del resto de los integrantes de la mesa de conducción. Si Iglesias mantiene su decisión de no sumarse, los delegados votarían la lista encabezada por Rozas, que fue apoyada por el alfonsinismo, el storanismo y los sectores autodefinidos como “progresistas”. La vicepresidencia primera iría para el gobernador correntino Ricardo Colombi, la vice segunda para el puntano Walter Ceballos y la tercera para el sanjuanino Juan Minguens, mientras que el senador jujeño Gerardo Morales asumiría como secretario general del partido.
Pero lo central es la reelección de Rozas. Una vez conseguida, el gobernador deberá enfrentar una serie de desafíos importantes. El primero, el más urgente, darle algún tipo de consistencia política al radicalismo: el miércoles, por ejemplo, la mayoría de los senadores radicales se opusieron a la destitución de Eduardo Moliné O’Connor, sin argumentos sustanciales y a pesar de que los diputados de su mismo partido no sólo apoyaron la destitución sino que incluso formaron parte de la comisión acusadora.
En sus últimos dos años de mandato, Rozas no logró imprimirle un rumbo cierto a la UCR, atontada desde la caída del gobierno. “Ahora Rozas no va a tener que ocuparse más del Chaco, que tuvo que gobernar en medio de la crisis, lo que le llevaba mucho tiempo. Va a tener más espacio para ocuparse del partido”, aseguraba ayer uno de los dirigentes que respaldó al chaqueño.
Parte del trabajo consistiría en disciplinar a los caudillos provinciales y municipales de la UCR, no muy convencidos de que la figura del chaqueño alcance para reemplazar al liderazgo apagado de Raúl Alfonsín. “Rozas es un dirigente respetado, pero eso no quiere decir quepueda conducir el partido: es absurdo pensar que tipos como (Oscar) Castillo, (Pablo) Verani o (Roberto) Iglesias, que revalidaron sus liderazgos en sus provincias, lo van a consultar antes de tomar una decisión”, explicaban anoche en el Comité Nacional.
Para unificar los poderes dispersos por el interior, Rozas debería encontrar acuerdos en una serie de temas fundamentales. Por ejemplo, el perfil ideológico del partido, que pasó de las aspiraciones socialdemócratas de Alfonsín al neoliberalismo vergonzante de Fernando de la Rúa. La otra cuestión, no menos urgente, es la posición respecto del Gobierno, que el radicalismo tampoco ha definido claramente.
Aunque el panorama que enfrenta Rozas no es sencillo, no todas son malas. El radicalismo mantiene el control de seis provincias (Tierra del Fuego, Corrientes, Chaco, Mendoza, Catamarca y Río Negro) y 600 intendencias, además de las principales bancadas de oposición en el Congreso. No es poco para Rozas, que buscará convertir los restos de poder institucional en una plataforma para su candidatura a presidente. “Nos va a costar mucho levantarnos, pero todavía no estamos muertos”, sintetizaba anoche un dirigente radical.