EL PAíS › EL GOBIERNO ADMITE QUE LA SEGUIDILLA DE ROBOS PUEDE SER PROVOCADA
Robos sospechosamente coincidentes
El Gobierno se mostró preocupado por la ola de asaltos a restaurantes desatada en la última semana. El jefe de Gabinete dijo que “no se descarta que alguien esté predisponiendo a este tipo de delitos”. Los vecinos de Villa Urquiza protestaron anoche y un comisario les sugirió que presionen al Gobierno.
Por Horacio Cecchi
Ayer, Villa Urquiza fue escenario de nuevos asaltos. La hipótesis de un pase de facturas que motoriza al sorpresivo brote de robos a restaurantes, particularmente en ese barrio, tomó cuerpo en las palabras del ministro de Justicia, Gustavo Beliz, y del jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Beliz sostuvo que los asaltos ocurren “de un modo muy particular y llamativamente coincidente”. Fernández dijo que “no se descarta que alguien esté predisponiendo este tipo de delitos”. Fue la más clara alusión oficial a una posible vendeta, ya sea de miembros desplazados de la Federal o de otros sectores enfrentados a las autoridades actuales. Los vecinos de Villa Urquiza anoche organizaron una marcha hacia la comisaría 39ª. Durante la movilización, se produjo algo tan curioso como las curiosas coincidencias señaladas por el Gobierno: el jefe de la Circunscripción VII, comisario inspector Lucio Tirao, aconsejó a los vecinos que presionaran al Gobierno. Los vecinos defienden la teoría de una mano negra local: denunciaron al anterior comisario de la 39ª como presunta cabeza de una red de recaudación barrial disconforme con su desplazamiento. Anoche, mantuvieron una extensa reunión con Beliz y el secretario de Seguridad, Norberto Quantín. Al término de la reunión se anunció que se estudia abrir una fiscalía en Villa Urquiza.
En el término de una semana, Villa Urquiza se transformó en una caldera. Por la ola de asaltos, porque ya cobraron una muerte (Juan Carlos Godino, asesinado en La Farola el viernes 28 de noviembre) y porque los vecinos indignados comenzaron a protestar frente a la 39ª, la comisaría de la zona. Ayer, mientras el barrio llevaba una semana ubicado en la lupa de los investigadores, del periodismo y del público, se sucedieron cuatro nuevos asaltos (ver aparte).
Durante la mañana, el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, sostuvo en conferencia de prensa desde la Casa Rosada que “nuestra voluntad es fulminar la corrupción en las fuerzas policiales”. No mencionó directamente la posibilidad de que Villa Urquiza fuera zona liberada para cobrar una vendeta por recientes remociones y desplazamientos. Pero pronunció una frase que subraya lo que en los pasillos gubernamentales sostienen como una profunda sospecha: “Están cometiendo atracos de un modo muy particular y llamativamente coincidente”.
El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, coincidió en la misma hipótesis. “Debo admitir –dijo Fernández– que nos llamó la atención esta escalada de asaltos a restaurantes en la última semana. Todos hemos observado lo raro de este accionar. Se está confrontando con sectores difíciles, muy enquistados, con intereses muy turbios.”
Aunque no hubo definiciones oficiales, las hipótesis de la mano negra señaladas a Página/12 en estricto off tienen su asidero histórico: en el ‘96, con Adrián Pelacchi como jefe de la Federal, se desató una ola de asaltos a restaurantes que tuvo en vilo a los porteños. Curiosamente, la ola se calmó en la medida que el gobierno de Carlos Menem efectivizó los reclamos presupuestarios de la cúpula policial. Hoy, la presión no parece provenir desde arriba sino que es la propia cúpula policial encabezada por Eduardo Prados la que debe resistir el embate. Muchos ojos miran hacia los desplazados y/o a las investigaciones sobre corrupción iniciadas por la gestión de Néstor Kirchner, que terminaron con el escandaloso relevo del ex jefe Roberto Giacomino.
Como sea, no cabe duda de que en Villa Urquiza se vive un microclima especial. Hay razones ya conocidas: el viernes, el mismo día en que la Oficina Anticorrupción presentaba ante la Justicia la ampliación de su denuncia contra Giacomino, detallando múltiples negocios que pretendían embolsar unos 18 millones de pesos, Juan Carlos Godino era asesinado de un balazo en La Farola de Villa Urquiza, mientras cenaba con su familia. A ese crimen se sumó una sorprendente seguidilla de asaltos, que culminaron con cuatro hechos durante el día de ayer. Otras razones son novedosas y fueron puestas sobre la mesa por los propios vecinos del barrio. Denunciaron que antes del recambio de comisarios (a fines de octubre fueron designados nuevos jefes en todas las comisarías porteñas) existía una presunta red de recaudación ilegal alimentada con los bolsillos de los comerciantes. Según esa denuncia, la presunta red tenía su centro en la propia comisaría. “No son los actuales jefes de la 39ª –sostuvo ayer Eduardo Manusovich, presidente de Fedecámaras–. Es contra ellos. Les están pasando la factura por cortar la red recaudadora. Los vecinos acusan al ex jefe de la comisaría, Roberto Arsumarian”, aseguró consultando un papel donde había escrito los datos.
Anoche, Beliz, secundado por Quantín y Campagnoli, mantuvo una extensa reunión con los representantes de Fedecámaras y de los vecinos de Villa Urquiza. Durante más de dos horas, los funcionarios escucharon los reclamos vecinales. Entre ellos, la instalación de una fiscalía descentralizada, siguiendo el modelo de la que ya funciona en Saavedra.
Tras la reunión, Campagnoli, Manusovich y el representante de los vecinos de Villa Urquiza, Carlos Caserta, informaron en conferencia de prensa los resultados de la reunión: “Se decidió un plan de acción –dijo Campagnoli–, el Gobierno apoyará la creación de una fiscalía descentralizada en el barrio, y los vecinos y comerciantes se comprometieron a facilitar la fiscalía tratando de encontrar un local donde funcione”.
Por su lado, Manusovich sostuvo que “le manifestamos al Gobierno nuestra extrañeza por la repentina sucesión de asaltos en la misma zona”, y se cuidó en aclarar que “los vecinos creen que es una venganza contra los actuales jefes de la comisaría”. Anoche, los vecinos realizaron una marcha desde Triunvirato y Olazábal, donde fue asesinado Godino, hasta la comisaría 39ª. Durante la marcha se produjo un hecho curioso al que se le podrá encontrar más de un sentido: el jefe de la Circunscripción VII, Lucio Tirao, apareció dando algunos consejos a los indignados vecinos respecto a cómo hacer realidad sus derechos. “Presionen al Gobierno de la ciudad, presionen a la Secretaría de Seguridad. Ustedes presionen. Tienen ese derecho”. Después, se victimizó: “Hacemos lo que podemos con lo que tenemos. Si ustedes vieron, ni tenemos megáfono”, dijo.
Ayer, la inquietud era evidente. El subcomisario de la 39ª, Alejandro Pítaro, sostuvo que la sucesión de asaltos en Villa Urquiza “puede ser una racha o tal vez no les guste mi cara”.