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- Lía Jelin, actriz, bailarina y directora argentina:
“Antes que nada fue un gran seductor, como todos los actores y bailarines que subimos a un escenario que intentamos que nos quieran. En él eso se prolongaba en la vida real: era querible, además de talentoso. El dio ese paso enorme de libertad que le permitía mezclar toda la técnica del bailarín clásico con la España profunda: juntó teatro con danza y música y fue algo muy renovador. Al llevar eso a todo el mundo, logró saltar el costumbrismo con una expresión muy elevada del folklore”.

- Marilú Marini, actriz argentina radicada en Francia:
“Lo conocí cuando vino a la Argentina. Era un artista que, por encima de su calidad como bailarín, tenía una presencia en el escenario que trascendía a su técnica. Lo que él hacía no era flamenco puro: lo abrió a distintas corrientes y supo introducir colores aparentemente ajenos, que se asociaban y se mezclaban con el flamenco con esa simbiosis particular que era propia del estilo Gades”.

- Alejandro Cervera, coreógrafo y bailarín argentino:
“Lo vi bailar acá en el Teatro Avenida hace muchos años y me impresionó su presencia escénica. Me pareció que era un hombre enorme y después cuando lo fui a saludar al camarín, me encontré con que era mucho más chico de estatura de lo que parecía. Es que era un tipo que tenía una gran proyección escénica. Y como coreógrafo mostraba una profundidad dramática poco frecuente. Supo trabajar en distintos medios: cine, televisión, teatro, con un concepto creativo que siempre le permitió salir airoso. Es uno de los grandes artistas de la danza del siglo XX”.

- Alicia Alonso, coreógrafa cubana y amiga personal de Gades:
“Ha sido un valiente de la vida y de la muerte. El era parte nuestra, lo compartíamos con España y con el mundo entero. Como legado, deja un estilo propio, unas coreografías fabulosas; una de ellas nos la enseñó, Bodas de sangre, que es una joya del ballet y de la cultura en general; lo extrañaré mucho. Era un gran conversador, un amigo de siempre”.

- Renaud Donnedieu de Vabres, ministro de Cultura de Francia:
“Logró esa difícil síntesis entre tradición y modernidad, entre una fidelidad completa a las raíces, al alma del flamenco, y la voluntad de mostrar toda su riqueza de una forma nueva. Tenía conciencia de ser el depositario de una parte muy preciosa de la cultura española, de un verdadero tesoro. Y ese tesoro lo ha sabido entregar a los que le sigan la huella, no sólo intacto, sino más fabuloso todavía. No lo veremos más en la escena, pero los aficionados tendrán al menos siempre el consuelo de encontrarlo en la magnífica trilogía a la gloria del flamenco que su compatriota Carlos Saura rodó con él: Bodas de sangre, Carmen y El amor brujo”.