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Conocí a Julio Bocca cuando él tenía 19 años y yo, 22. Nos encontramos en el Teatro del American Ballet. Desde entonces bailamos juntos muchas veces. Lo más destacable de Julio es que es un artista honesto, es un artista que sobre el escenario es él mismo. No se esconde detrás de un personaje construido. Es un hombre valiente, con mucho coraje. Es un compañero increíble no sólo maravilloso a nivel técnico, sino que, cuando bailas con él, te quiere, te ama; nunca estás sola cuando estás con Julio sobre el escenario, siempre te sentís protegida. Todas las danzas que hicimos me gustan mucho, tenemos muchas experiencias y recuerdos, pero el año pasado fue muy especial cuando bailamos juntos su último Romeo y Julieta en el Metropolitan. Esa noche no la olvidaré nunca porque en esa función se concentraba el recorrido de una vida artística. Fue increíble, fue una sensación muy íntima entre nosotros. Casualmente había mucha gente mirándonos, pero no era una función para el público, en realidad, era para Julio y para mí, nada más.