EL PAíS › LA RESPONSABILIDAD DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD

Armas al alcance de la mano

 Por Raúl Kollmann

Se trate o no del producto de un posible “efecto imitación”, en el caso de Salta vuelve a quedar en evidencia, como en Carmen de Patagones, el hecho de que los integrantes de las fuerzas de seguridad, violando los reglamentos, sigan sin tomar las precauciones para impedir que sus hijos o familiares accedan a las armas. Las normas indican que las pistolas deben guardarse desarmadas, o sea sin el cargador puesto, con el seguro activado y lejos del alcance de los familiares. En lo sucedido en Salta, al menos, el chico no había aprendido a usar el arma, algo que sí ocurrió en Patagones, donde Junior acertó nada menos que diez de los trece o catorce disparos. Según coinciden numerosos juristas, la Prefectura en Patagones y la policía provincial en Salta son responsables del arma y por lo tanto cargan con las consecuencias legales que se producen, por ejemplo, cuando sus hombres no las guardan adecuadamente.
El criminalista Raúl Torre advirtió en Página/12, horas después de las muertes en Patagones, que habría un efecto imitación. “Hoy los medios de comunicación reproducen a una escala enorme todo lo que ocurre y es notorio que un hecho producido en Patagones tenga efecto imitación en una ciudad chica del norte. Hay otra contradicción de importancia que se debe estudiar en profundidad. Los medios presentaron al chico que disparó en Patagones como una víctima. Y en verdad lo es, porque se trató de un brote de locura. Pero al presentarlo públicamente como una víctima está el problema de que otros chicos, que están en una situación de riesgo, se sientan tentados a vengarse de quien sea con el aliciente de ser también considerados víctimas”, dijo el experto.
Más allá del efecto imitación y de los aspectos psiquiátricos, para los criminalistas resulta evidente que la clave está en el fácil acceso a las armas. Las normas de las fuerzas de seguridad sobre la forma de guardar una pistola reglamentaria tienden a relajarse en muchas casas, mientras los hijos se van formando en la idea de que “el uniforme y el arma dan poder frente a sus compañeros y los hacen sentir de ‘otra clase’”, como analizó el psiquiatra Roberto Fessel. Llegada determinada edad, muchos preadolescentes y adolescentes quieren exhibirse con el arma, lo que a veces hacen dentro de su casa con un amigo y otras veces deriva en sacar la pistola y llevarla al colegio.

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