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El film es producción HBO. ¿Esto lo obligó a alguna concesión?
–En absoluto. Habíamos contactado otros posibles productores, y todos reculaban cuando les decíamos que iba a ser hablada en castellano. Con HBO pasó lo contrario: ese detalle les interesó particularmente.
–¿Esto tendrá que ver con algún interés de la compañía en el mercado hispanohablante de Estados Unidos?
–No, para nada. Lo que les interesa es desarrollar proyectos novedosos, que se salgan de la norma. De hecho, me atrevería a decir que en este momento HBO es una de las compañías más beneficiosas para el cine independiente. Ellos estuvieron detrás de Elephant, de Gus Van Sant. Y de mi proyecto no “tocaron” nada, se filmó tal como yo quería.
–Sin embargo, no pudo filmar en Colombia.
–Pero eso fue por la situación colombiana, que no ofrecía las garantías exigidas por las compañías de seguros. Por eso que tuvimos que filmar en Ecuador. Lo cual me generó problemas, porque si bien son países limítrofes se trata de culturas muy distintas. Y yo, siendo “gringo”, corría el riesgo de cometer errores, por no conocer esas diferencias. Pero por suerte la gente de mi equipo, que sí eran latinoamericanos, me ayudaron muchísimo en todo lo que tenía que ver con la adaptación de un país a otro.