ESPECTáCULOS

“Voy de Bergman a Lelouch”

¿Cómo es que se le ocurrió contar la historia de Vida en pareja como lo hace, yendo de atrás hacia adelante en el tiempo?
–Me marcó un telefilm dirigido por Jane Campion, que se llama Two Friends y cuenta una historia de amistad de esta misma manera. Comenzaba por la separación entre dos amigas y terminaba en el momento en que se conocían. Frecuentemente, los relatos “al revés” generan cierta forma de suspenso, en tanto uno no puede menos que esperar una revelación final. Pero en ese telefilm, la única revelación era que las dos amigas no provenían de la misma clase social. Ese acercamiento al tema de la amistad me tocó, en tanto lograba que al final de la película nos habíamos olvidado que fatalmente terminarían por no entenderse y separarse. Y por lo tanto podíamos, como espectadores, intentar volver a creer en su amistad. De inmediato, esta forma de narrar me pareció ideal para una historia de amor.
–¿Por qué?
–Porque a medida que el relato avanza se va haciendo más leve, hasta llegar a algo casi idealizado. Durante el rodaje, yo jugaba a decirles a los actores: “Empezamos como Bergman y terminamos como Lelouch”. A la vez, yo quería compartir con el espectador diferentes emociones que atraviesa una pareja a lo largo de su historia: indiferencia, desagrado, celos, rivalidad, complicidad, atracción... haciendo a la vez el intento de atravesar, en cada fragmento, una corriente de cine distinta. Comenzamos por un drama psicológico de cámara, seguimos por un film francés más clásico, más afincado en lo social. Para el episodio del casamiento reví muchas películas de Hollywood (El francotirador, sobre todo) y para el encuentro entre ambos me propuse recuperar el espíritu de las películas veraniegas de Eric Rohmer.
–Como en Irreversible, usted parte de un punto de ruptura para llegar a lo que podría llamarse “la felicidad primigenia”. Pero mientras que allí esa felicidad universal era destruida por un acontecimiento exterior, en Vida en pareja parece algo inherente al curso de las cosas...
–Es por eso que no privilegié los tiempos fuertes. Cuando me encontraba con un clímax o un acontecimiento significativo, lo trataba de la manera más “lisa” posible, para impedir que el espectador pudiera pensar que ésa es la razón por la que terminarán separándose. La película debía permanecer abierta, evitar toda demostración a pesar de la forma en que está construida, para que de esa manera los espectadores pudieran “rellenar” las elipsis con sus propias historias y experiencias personales.
–¿Y la idea de puntear cada episodio con una canción melódica italiana?
–Necesitaba un contrapeso para la negrura de ciertas escenas, y entonces pensé en el romanticismo de las canciones italianas de los años ’60, que son como la encarnación misma del sentimentalismo. Como en la película todo lo que tiene que ver con el sufrimiento pasivo está a cargo del personaje masculino, elegí canciones cantadas por hombres. Como las canciones italianas de amor más conmovedoras suelen estar cantadas por hombres (al revés de lo que pasa con la chanson francesa), la elección se me hizo fácil.
Declaraciones de François Ozon en el press kit francés de Vida en pareja.
Traducción de H. B.

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