Miércoles, 25 de mayo de 2016 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
A propósito de los cuarenta años del golpe cívico-militar de 1976, Leonardo Vázquez, Ana Carola Pardo e Ianina Lois hacen un repaso crítico de la forma como los medios de comunicación recordaron el hecho en cada una de las décadas pasadas y se preguntan sobre el futuro.
Por Leonardo Vázquez, Ana Carola Pardo e Ianina Lois*
Podemos mirar estos cuarenta años del golpe cívico militar a través de las tapas de los diarios; ver qué dijeron y qué decidieron ocultar. Podemos reparar en las palabras y las imágenes con que fijaron el sentido de las noticias; encontrar la forma en que persuadieron a la sociedad para que acepte ciertos argumentos como convincentes y veraces.
Elegimos buscar las tapas de las décadas. Miramos las de 1986, 1996, 2006 y 2016, y encontramos que, en estos cuarenta años, la prensa argentina hegemónica ha desplegado estrategias múltiples, pero coherentes con sus objetivos frente a la lucha por la memoria, verdad y justicia. Pasaron del silencio cómplice, a la construcción de noticias en las que se disimulan las responsabilidades civiles y económicas de grupos corporativos, eclesiales y mediáticos; configuraron desde la presentación de los hechos la “teoría de los dos demonios” y evitaron en todo momento explicitar sus propios intereses.
Sin embargo, en estas cuatro décadas también se observan profundas diferencias en la agenda de noticias. El trabajo incansable de los organismos de derechos humanos primero y la disputa desde dentro mismo del Estado después, quebraron el sentido común mediático, trayendo a la opinión pública la información sobre secuestros, desapariciones, robos, complicidades y violencia; pudiendo, también, impregnar a toda la sociedad del lenguaje de los derechos humanos.
El 24 de marzo de 1986 el aniversario del golpe de Estado fue casi borrado de la agenda y desaparecido de las tapas de los diarios de mayor tirada. Llama la atención que ninguno de los diarios pudo evitar mencionar que “La historia oficial” ese día ganaría el premio Oscar de la Academia a la mejor película extranjera, pero decidieron esquivar absolutamente hablar del argumento del film de Luis Puenzo sobre la dictadura y sus resacas brutales.
La excepción, el único signo de rechazo a lo que significó la dictadura desde las páginas de un periódico, lo puso Crónica. En su portada incluyó un recuadro que decía “Actos y expresiones de repudio al cumplirse 10 años del golpe del 76” y en su interior trascribió textual y casi entero, el comunicado de las Madres de Plaza de Mayo.
Para el aniversario de la década siguiente, los derechos humanos ya formaban parte de la agenda mediática y ocuparon lugares importantes en todas las tapas de diarios. La aparición de la agrupación HIJOS y la ya consolidada presencia del diario Página/12 fueron algunos de los condimentos que hicieron que el conjunto de la sociedad tuviera para esa época el grado necesario de involucramiento para impedir ocultamientos y mentiras evidentes.
Las manifestaciones públicas de referentes de la cultura e intelectuales comenzaban a funcionar como contrapeso legitimador del amplio arco político que empezaba a acaparar un descrédito general ascendente que desembocaría en el que se vayan todos del 2001.
Entre la segunda y la tercera década pasaron mil años. En el 2006, el cambio de época fue abismal. No solo porque el tema siguió haciendo carne en enormes porciones de la sociedad, sino porque desde el 2003 el Estado pasó a ser parte fundamental de la lucha por la memoria, verdad y justicia. La actitud política y pública del nuevo gobierno hizo que los derechos humanos se disputaran en el mismísimo seno del Estado. El gobierno empezó a conducir muchos aspectos de la lucha por la memoria histórica y el castigo a los represores, y comenzó también a dejarse conducir por los organismos de derechos humanos, modificando la relación Estado/Sociedad. Los medios no se mantuvieron ajenos a eso.
La etapa que comienza el 24 de marzo de 2016 es amplia y merecerá futuros análisis a medida que el tiempo eche luz sobre los acontecimientos en pleno desarrollo. Algunos interrogantes concretos podrán servir como disparadores: ¿Qué significó realmente la visita del presidente de Estados Unidos a nuestro país un 24 de marzo? ¿Qué posiciones irá asumiendo el nuevo gobierno proveniente de un partido político que desde su nacimiento ha mostrado desinterés por las políticas de derechos humanos? ¿Qué noticias ocuparán las tapas de los diarios y organizarán la agenda mediática de esta nueva etapa?
La historia está escribiéndose. Son tiempos para defender y reorganizar lo pensable y lo decible, para desgarrar los límites invisibles que nos quieren imponer en la forma de comprender nuestro presente y otorgarle nuevos sentidos a las luchas políticas y sociales. A estos cuarenta años, reafirmamos la premisa del gran Rodolfo Walsh “la verdad no sólo se cuenta, la verdad se milita”.
* Departamento de Comunicación, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
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