PSICOLOGíA › LA CIRCUNCISION DE BERTA SOLO FUE EL PRINCIPIO
Llegada del psicoanalista a Tsúremberg
Por Rudy*
Una tarde llegó a Tsúremberg un forastero. Vestía como los judíos de la ciudad, fumaba en una pipa y tenía un andar parsimonioso que denotaba su condición de intelectual. Digamos, cuando los dokters Uguerke o Pichifke querían influir en una discusión, se paraban y caminaban como este hombre.
Se sentó en una mesa del Tsukerke Café, y pidió un café. Recibió su té de papas como todos, y lo bebió en silencio.
De pronto, y sin que nadie se lo preguntase, dijo:
–Soy el dokter Vintziquer Psiquembaum, psicoanalista.
–¿Psicoanalista? ¡Qué apellido raro para un judío! ¿Es usted sefaradí?
–Psicoanalista es mi profesión, no mi apellido, vengo de Viena. Yo trabajo de interpretar...
–Ah, es usted rabino... interpreta la Torá... pero en este pueblo ya tenemos dos, y no se ponen de acuerdo, ¡imagínese si tuviéramos tres!
–No, yo no interpreto la Torá... interpreto los sueños.
–¡Cómo José, que en Egipto le interpretó los sueños al faraón, eso de las siete vacas gordas y las siete vacas flacas que siempre nos explica Reb Jaim como un milagro, y que Reb Meir nos dice que los poderosos siempre se quedan con las vacas gordas y a los pobres ¡ni las vacas flacas les dejan!
–Pues los dos están equivocados, no se trata de un milagro ni de la política, se trata de lo inconsciente.
–Mire, Reb Vintziquer –éste fue Reuben Tsurelsky–, cada uno trabaja de lo que quiere y puede, y ¡sabe Dios cómo me gustaría poder dedicarme libremente a estudiar la Torá, en vez de tener que estar todo el día estudiándola por obligación! Yo no me quiero meter en su vida. Pero aquí no tiene una mujer que le junte papas para la cena, y quiere trabajar de rabino, que ya hay dos, y encima solamente va a dedicarse a interpretar el libro de José y el faraón, ¿no es muy poco para poder ganarse la vida?
–No, mire, yo interpreto los sueños, pero no solamente los del faraón, también los suyos, los de él, los de su mujer, sus hijos, etcétera...
–¡¿Y cómo hace, si mis sueños no figuran en la Torá!?
–No, pero figuran en su inconsciente.
–¿Mi inconsciente? ¿Usted dice que puede leer mi inconsciente?
–Cuando uno dice algo, cuenta un sueño, un lapsus, uno dice una cosa que en realidad no era lo que uno quería decir sino otra cosa; lo que uno quería decir quedó reprimido en lo inconsciente, y no salió de allí, salió otra cosa para taparlo, para esconder el verdadero deseo.
–¿Y usted puede adivinar el deseo verdadero?
–¡No es adivinar! Es científico, yo puedo investigar e interpretar, conocer sus deseos reprimidos!
–O sea que los adivina, pero no los adivina.
–Yo los ¡IN-TER-PRE-TO! ¡IN-TER-PRE-TO!
–¡¿Qué clase de dokter es usted?! ¡Usted cree que yo tengo que ir al dokter para conocer mis deseos reprimidos? ¡Uno va al dokter cuando se siente mal, si le duelen los kishkes (tripas) o le pica el tujes! ¡Yo no necesito saber cuáles son mis deseos! ¡Mi deseo reprimido es tener un rico plato de comida en la mesa todas las noches, mi deseo reprimido es tener una cama cómoda y calentita, mi deseo es que no me ataque ningún progrom, mi deseo es tener plata para poder comprarle a mi Iajne lo que me pida, mi deseo es que mi Iajne no me pida que le compre nada que yo no puede comprarle, mi deseo es ser rico para poder darme corte, pero que nadie lo sepa para que no me pidan plata, mi deseo es que Dios nos diga de una vez por todas cuál es nuestra tierra prometida, y que no les haya prometido esa misma tierra a otros, ¡ése es mi deseo, y también es el deseo de todos los tsúrelej! ¡Acá todos sabemos cuáles son nuestros deseos, y son todos iguales! ¡Si quiere otros deseos vaya a interpretar a los cosacos, pero no se lo recomiendo, porque ellos suelen desear progroms, y no son muy reprimidos, que yo sepa!
* Este texto, inédito, pertenece a la saga de Tsúremberg, de la que acaba de publicarse el primer tomo, La circuncisión de Berta y otras crónicas de Tsúremberg, Ed. Astralib.