PSICOLOGíA › EN EL TZUKERKE CAFE DE TSUREMBERG
El Dokter consigue pacientes
Por Rudy *
El Dokter Víntziquer Psíquembaum se perdió por los caminos y casualmente, llegó a Tsúremberg. Pronto consiguió un sitio donde alojarse. Se trataba de una pieza anexa al Tzúkerke Café. Allí podía atender a sus pacientes, aunque de vez en cuando lo interrumpiera algún parroquiano que iba al baño y se equivocñi de puerta. Muchos de los pacientes del Dokter le fueron “derivados” de esa manera. El les interpretaba el error y así empezaba el tratamiento.
Una tarde el Dokter Víntziquer estaba esperando la llegada de un paciente; no de uno en particular, sino de alguno; cuando de pronto golpearon a su puerta. Estuvo tentado de decir “no, acá no es el baño”, como de costumbre, pero se dio cuenta de que algo raro estaba pasando, ya que los equivocados no solían golpear sino que entraban directamente. Con estudiada parsimonia abrió la puerta. Del otro lado estaba Reb Reuben Tsurelsky, apenas menos ansioso que él. Entró, se sentó en el sillón y preguntó:
–¿Realmente usted interpreta los sueños, y puede llegar a lo que está oculto en ellos, Dokter?
–Claro.
–Bueno, usted sabe que... mi mujer... Iajne, usted sabe... El otro día soñó que se ganaba la lotería de Varsovia, ¡y que éramos ricos de verdad! Pero se despertó y ¡no recuerda el número! ¡Por favor, descubra usted el número que quedó reprimido en la cabeza de mi Iajne, así podremos ser ricos!
–No entiendo.
–¿Qué es lo que no entiende? Usted descubre el número, mi Iajne lo juega, y somos ricos.
–¿Le parece?
–¡Ella, en el sueño, ganó! ¿Para qué va a soñar con un número si después sale otro? ¿Cuál va a ser el deseo escondido: perder?
–Y, no sé.
–Pero, Dokter, ¡es obvio! ¿Cómo no puede reconocer un deseo tan claro? ¿Qué clase de psicoanalista es usted que no adivina nada?
–Yo no soy adivino, soy psicoanalista, yo...
–Sí, ya sé, ¡usted IN-TER-PRE-TA!, usted me dice lo que en realidad yo quería decir pero no lo dije porque dije otra cosa que en realidad no era lo que yo quise decir sino lo que dije porque lo que yo quería decir quedó reprimido, pero si usted no lo adivina, o lo interpreta o lo descubre o lo que sea, yo no voy a poder ganar la lotería, y nunca voy a ser el rico del pueblo, y puedo asegurarle, le digo más, puedo adivinar que ¡ése es mi deseo! O, al menos, es el deseo de Iajne, y como yo estoy casado con ella, es también mi deseo porque nosotros los deseos los compartimos.
–Es una manera de estar alienado en el otro.
–¡Dokter, estamos en Tsúremberg! ¿Usted sabe lo que cuesta tener un deseo cada uno?
–Bueno...
–Y a usted le vendría bien tener pacientes, ¿no?
–Sí.
–Hagamos una cosa, Dokter, ¡usted descubra el número que quedó en el inconsciente de Iajne y yo le prometo que todos los que quieran ganar la lotería lo van a consultar a usted!
* Este texto, inédito, pertenece a la saga de Tsúremberg. www.tsuremberg.com.ar