Lunes, 9 de junio de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › SIN GAS NI AGUA, CON ESCALERAS Y ASCENSORES QUE SE CAEN, VIVEN 2114 FAMILIAS
Alrededor de 16 mil personas viven en el complejo, en situación edilicia crítica. Llevan treinta años reclamando sin respuesta.
Por Carlos Rodríguez
“Atención: estamos muertos. Muertos de frío sin gas. Muertos de sed sin agua. Muertos de miedo de que se nos caiga una escalera, un tanque (de agua), un ascensor o el barrio entero.” Los vecinos del barrio Luis Piedrabuena, en Villa Lugano, aseguran que el cartel, pegado en cada una de las torres del complejo habitacional en el que viven 2114 familias –cerca de 16 mil personas–, “no es una exageración” sino “un dato de la realidad que vivimos”. Stella Maris Sayous, administradora “ad honorem”, aclara, de la torre a la que se accede por la Escalera 26 A del barrio, acompaña a Páginal12 durante una recorrida que permite comprobar que la estructura edilicia sufrió una guerra silenciosa que en menos de treinta años dejó heridas en la mole de cemento que podrían ser irreversibles. Explosiones por escapes de gas, rajaduras en la estructura de concreto, tanques de agua que se van ladeando como la torre de Pisa, 800 viviendas sin gas en pleno invierno y otras sin agua, escaleras de cemento a punto de caer. La Legislatura porteña acaba de aprobar una ley que declara al barrio en “emergencia ambiental y de infraestructura” y que ordena encontrar una propuesta de solución en 30 días (ver aparte). Los vecinos recuerdan que lo mismo se votó en abril de 2005 y que “no se hizo nada”.
El complejo habitacional comenzó a construirse en 1976, como parte del Plan Alborada, con el propósito incumplido –recuerda Stella Maris– “de traer acá a los vecinos de Ciudad Oculta (en Mataderos), para luego construir otro barrio similar en los terrenos que quedarían vacíos en ese barrio, pero eso nunca se hizo”. Las viviendas comenzaron a habitarse en 1980, en plena dictadura militar. “Los arquitectos dijeron que éste es un complejo antisísmico, por eso tiene una leve oscilación que se nota, sobre todo, en los edificios más altos, que tienen 12 pisos. Lo que ocurre es que nunca los terminaron, no les hicieron el revoque adecuado y por eso se producen rajaduras en el concreto y se pueden ver los hierros de la estructura, que salen hacia afuera de las paredes.”
Stella Maris relata la historia del barrio y la grafica mostrando los edificios maltrechos, munida de una gruesa carpeta donde se acumulan resoluciones del Gobierno porteño, informes de los bomberos y de expertos de la Universidad de Buenos Aires que advirtieron sobre el peligro que entrañan las rajaduras, los tanques que se ladean y las escaleras que tuvieron que ser apuntaladas ante el riesgo cierto de derrumbe. Raúl González y Santiago Testa, dos de los vecinos que más gestiones han realizado ante la Legislatura para reclamar soluciones para el barrio, recordaron que la primera “emergencia edilicia” se aprobó en abril de 2005, por el término de 365 días, y que desde entonces se ha ido prorrogando año tras año “sin que se hayan realizado mejoras de fondo en el barrio”. El jueves, la Legislatura volvió a extender por un año más el período de la emergencia.
Los problemas vienen desde la inauguración del barrio, pero en los últimos tiempos ocurrieron hechos alarmantes. “En noviembre de 2007 voló un local de planta baja, donde funcionaba una librería con fotocopiadoras que siempre estaba llena de chicos estudiantes. Por suerte ocurrió cuando estaba cerrada. La explosión fue por un escape de gas. El problema es que toda la instalación de gas está tendida a ras del piso, cuando debería estar a no menos de 30 centímetros bajo tierra. Un informe de Bomberos (lo muestra durante la recorrida) dice muy claramente que el barrio es ‘un polvorín’ que puede volar en cualquier momento.”
En el barrio Piedrabuena se derrumbó una escalera y otras se encuentran apuntaladas desde hace tiempo, sin que se les haya dado una solución definitiva. Los ascensores, antiquísimos, funcionan a los ponchazos y desde la misma inauguración del barrio nunca pararon en todos los pisos, ni siquiera los de los edificios más altos. En los de 12 pisos tienen parada únicamente en los pisos 5, 8 y 11, además de planta baja. “Tampoco hay ninguna salida de emergencia en caso de incendio. La escalera está alrededor de los ascensores, de manera que si el fuego ocupara esos huecos, no hay cómo bajar de los pisos superiores”, dicen los vecinos.
Los ascensores, marca Guillermi, de fabricación nacional, “ya no se hacen más, de manera que no hay repuestos y cada vez que se rompe algo, hay que atarlo con alambre”, ironiza Stella Maris, mientras exhibe la sala de máquinas de uno de los elevadores. Desde las alturas del edificio al que se sube por la Escalera 26 A, muestra, a la distancia, dos tanques de agua, de 25 mil litros cada uno, que tienen una leve inclinación hacia uno de sus lados. “¿Qué pasa si una de esas moles se cae sobre el techo de edificios que tienen rajaduras profundas en la estructura de concreto?”, se pregunta Stella Maris.
El tema del gas es preocupante por varios motivos. “Los caños están a ras del piso y cualquier pérdida provocaría un desastre. Recién ahora Metrogas está instalando, en las viviendas, rejillas de ventilación que estaban contempladas en los planos de la ex Gas del Estado y que nunca se habían hecho”, explica la anfitriona. El diputado porteño Martín Hourest denunció, en la Legislatura, que “más de 800 familias” del complejo Piedrabuena “están sin gas, en pleno invierno, por desidia y sordera del gobierno”, que encabeza Mauricio Macri. Los vecinos afirman, por su lado, que “el problema de la falta de gas es grave porque estamos en invierno, mientras que las fallas estructurales son gravísimas todo el año”.
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