SOCIEDAD
En el secuestro de Boulogne, todo apunta a una banda profesional
“No son ningunos improvisados”, señaló uno de los investigadores sobre la banda que tendría en sus manos a Diego Lobeto, un joven empresario secuestrado el viernes. A la familia le dieron tiempo hasta el viernes para juntar el dinero: entre 300 y 500 mil dólares.
Por Horacio Cecchi
Se siguen cumpliendo los plazos impuestos por la banda que secuestró a Diego Lobeto, el joven empresario de la zona de Boulogne dedicado a la venta de autos: los secuestradores dieron tiempo hasta el viernes para reunir el rescate –versiones no confirmadas sostienen que oscila entre 500 mil y 300 mil dólares– y nada hace pensar que establezcan contacto antes de esa fecha. El firme manejo de los tiempos hace pensar a los especialistas que se trata de una banda profesional. “Lo más profesional que vimos hasta ahora. No son ningunos improvisados”, señaló un investigador a Página/12. De todos modos, las negociaciones las sigue llevando adelante la familia, y tanto la policía como la Justicia aseguraron que actúan de oficio y sin intervención directa.
Diego Lobeto, de 23 años, es sobrino de Salvador Lobeto, propietario de dos concesionarias de autos Porsche y BMW, ubicadas en Villa Adelina. Diego fue secuestrado el viernes pasado, cuando se dirigía a su casa en Boulogne. Poco después, un llamado de los secuestradores indicó que se exigía un monto aún no confirmado de entre 300 mil y medio millón de dólares. De todos modos, nadie informó oficialmente sobre el tema, ya que mientras que la Justicia y la policía aseguran que actúan de oficio, sin intervención directa, los familiares de Lobeto afirman que “sólo fue un robo” y niegan que haya existido un secuestro.
Entre los pocos datos que tienen mayor asidero sobre el caso, uno sostiene que los delincuentes se comunicaron una sola vez con la familia, poco después del secuestro. En esa ocasión avisaron que el próximo llamado ocurriría el próximo viernes. Todo indica que vienen cumpliendo su palabra, ya que no existen indicios de una nueva comunicación. Semejante espacio de tiempo preanunciado y cumplido, es un indicio para los investigadores: “Es lo más profesional que tuvimos en la zona hasta la fecha”, aseguró a este diario uno de los investigadores de oficio. “Indica que tienen una agenda, que la cumplen, que el golpe fue programado y que se siguen las pautas. Es sin dudas una banda profesional, muy organizada y con una buena estructura de apoyo. Eso no garantiza nada, pero da cierta tranquilidad. No parece que porque escuchen pasar un helicóptero encima de sus cabezas vayan a asustarse. No da la impresión de que sean unos improvisados”.
El mismo investigador desmintió que existieran datos concretos sobre la banda. “Escuché versiones circulando por ahí, que vinculan el hecho con la misma banda que secuestró al rugbier (Federico) Virasoro (ocurrido en julio pasado). No sé por qué cada caso que hay en la jurisdicción lo vinculan con Virasoro. Otra versión lo relaciona con el secuestro del empresario (Santiago) Soldati, en la década del 70. Es una barbaridad. Si saben quién fue, que traigan el dato. Nosotros, por ahora, no decimos que son ni que no son. Por ahora, no sabemos.”
Inicialmente, el caso fue mantenido en secreto por la familia, hasta que por alguna razón se filtraron datos que provocaron una concentración de medios frente a la vivienda de los Lobeto. Exasperados por la difusión, el tío de la víctima, Salvador, cuestionó a los medios y desmintió el secuestro. “Fue un robo, no un secuestro”, gritaba. También acusó a una emisora radial por “mentir todo el tiempo. Ustedes armaron el caso con la policía”. Finalmente, y ante la insistencia de los medios, la familia optó por una salida curiosa: inventó a un liberado trucho, que fue mostrado a los movileros con su rostro cubierto por una campera. “Ya lo liberaron”, aseguró Salvador, agregando más confusión al caso.
Una versión sostenía que la Brigada Antisecuestros, a cargo del comisario Angel Casafús, investigaba el caso. “Nada que ver”, respondió a este diario un investigador de la brigada. “Al que tienen que preguntar es a la DDI de San Isidro.” “Nosotros intervenimos de oficio porque la familia no nos dio cabida”, aseguró un oficial de la DDI, que por otra parte es lo único que podía decir: si es verdad, porque es verdad. Si no,porque reconocerlo implicaría salirse de la estrategia de mostrarse ajenos. Entretanto, en el Juzgado Federal 2 de San Isidro, el juez Conrado Bergesio ayer mantenía silencio.