De madrugada, luego de haberlo secuestrado en una esquina del barrio porteño de La Paternal, y torturarlo durante horas –piñas, patadas y quemaduras de plancha en la espalda y las plantas de los pies– y haber robado dinero y objetos de valor de su casa, cuatro personas en una camioneta Fiat Fiorino abandonaron a un hombre en un descampado en Pontevedra, en el partido bonaerense de Merlo. Lo dejaron desnudo, atado de pies y manos y con los ojos vendados. Fue encontrado a las pocas horas por dos chicos, cuyos padres avisaron a la policía. Jacobo Chazanowski sobrevivió poco más de un mes al ataque. Falleció por los efectos de los fuertes calmantes, tras permanecer en terapia intensiva durante casi 20 días. Los hechos comenzaron a ser investigados en la UFI Nº 3 de Morón, aunque la causa “no avanzó en absoluto”, denunció Rosana Chazanowski, la hija menor de la víctima.

Hoy, es ella quien cuenta la historia. Según lo poco que su papá pudo relatarle en el camino de regreso desde la comisaría Nº 5 de Pontevedra –donde debió ir a buscarlo la madrugada del 9 de septiembre– hasta la Ciudad de Buenos Aires, “fueron dos hombres en una camioneta Fiorino quienes lo sorprendieron mientras alimentaba al perro que le cuida el depósito que tiene al lado de su casa, en Juan B. Justo al 3400, esquina Rojas. Lo subieron al vehículo, le vendaron los ojos y lo llevaron a dar vueltas”.

El relato del anciano era “entrecortado, pero muy claro”, continuó Rosana. Su padre le contó que lo llevaron a una habitación dentro de una especie de galpón, donde “sufrió las torturas más duras”. Por haberlo visto y por haberlo leído de la historia clínica, Rosana explicó que los captores “le quemaron las plantas de los pies y la espalda con una plancha, provocándole heridas de tercer grado que le llegaron hasta los músculos”, especificó.

Las escaras producidas por la plancha caliente fueron uno de los motivos por los que los médicos del hospital Sirio-Libanés no pudieron enyesar a Chazonowski. Sus captores le habían fracturado tres costillas a los golpes. En esa institución, a la que su hija lo llevó luego de visitar el hospital oftalmológico Pedro Lagleyze –por los hematomas que tenía en los ojos producidos por los golpes– y de Quemados le recetaron calmantes para el dolor.

Pero el remedio fue peor que la enfermedad. Si bien eran necesarios medicamentos lo suficientemente fuertes como para apaciguar el dolor de huesos, el efecto sobre los demás órganos, sumado al estrés que le provocó la situación, no fue bueno. En pocos días, el anciano desarrolló una úlcera en el estómago tan grande que los médicos “no vieron otra alternativa más que la cirugía”, señal. “Fue demasiado para un hombre de 80 años. Tras la operación, agonizó dos semanas y falleció”, concluyó.

El dinero que Chazanowski y su esposa de más de 30 años tenían ahorrado es el único motivo que explica, a simple vista, la saña de los delincuentes, que a fuerza de planchas calientes y golpes lograron que el anciano guiara a dos de ellos, vía teléfono celular, mientras le revolvían el departamento donde vivía la pareja. Terminaron llevándose “cerca de 10 mil pesos y algunas gargantillas de oro que pertenecían a mi abuela materna”, detalló Rosana que no supo del ataque contra su padre hasta la madrugada del otro día, cuando fue avisada por la Policía. “Mi mamá no estaba en casa cuando se lo llevaron. Cuando llegó, y vio todo revuelto, lo único que atinó hacer fue esperar a mi papá. No se imaginó que podría haberle pasado algo.”

Ahora reclama justicia. Denunció que en la Fiscalía 3 de Morón “no hicieron absolutamente nada”, pero que “nos gustaría saber quién le hizo esto a una persona de 80 años que lo único que hizo en su vida fue trabajar”.