Minutos después de las 12, los jueces Enrique Montiron, Mario Burgos y José Luis Ares, integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Bahía Blanca, darán a conocer su decisión sobre el destino de Vicente “Tito” Colman, el ex marino acusado de haber sido autor material del crimen por encargo del ex presidente de la Asociación Médica de Bahía Blanca (AMBB), Felipe Glasman, cometido en 2002.

En sus alegatos, el fiscal Cristian Long consideró que la reclusión perpetua es la pena que le corresponde al acusado por el “homicidio agravado por precio o promesa remuneratoria”, argumentando numerosas pruebas que vinculan con Colman.

No obstante, teniendo en cuenta que existe la posibilidad de que el tribunal entienda que no existió el encargo, tan “evidente” para la fiscalía, la parte solicitó 33 años y cuatro meses de prisión, el máximo de pena por homicidio simple.

El mismo pedido fue expresado por el abogado de la viuda del médico, Beatriz Sosniski. El letrado Miguel Angel Asad, quien representa a la mujer como particular damnificada adhirió a lo expuesto por el fiscal. En tanto, la defensa del acusado, pidió al tribunal que absuelva al acusado por falta de pruebas suficientes para imputarlo en el hecho.

Se refiere a lo ocurrido el 28 de agosto de 2002, cuando el presidente de la AMBB y especialista en endocrinología fue asesinado a quemarropa a la salida de su consultorio. El móvil de robo fue descartado de las líneas de investigación desde un primer momento debido a que el asesino se llevó un maletín que Glasman traía consigo en ese momento con documentación, pero dejó 1.600 pesos. En su lugar, la hipótesis con más fuerza mostraba la trama de un crimen por encargo perpetrado por un sicario, por denuncias que hacía la víctima contra mafias del negocio de la salud.

Cuando Glasman estaba a punto de subir a su Renault 11, estacionado frente a la puerta de su consultorio, un hombre –la acusación sostiene que era Colman– se le acercó, habló con él durante unos minutos y luego le disparó dos tiros con una pistola 9 milímetros en la cabeza y el abdomen del médico, provocándole la muerte casi instantánea.

Entre las numerosas pruebas que apuntan a la responsabilidad por el asesinato, puede nombrarse el Chevrolet Corsa gris que la policía secuestró en poder de Colman cuando fue apresado en 2006, similar al señalado por varios testigos en el juicio como el auto en el que huyó el autor del homicidio.