Sábado, 18 de abril de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › LOS INVESTIGADORES CONFIRMAN QUE CAPRISTO SALIó ARMADO PARA ENFRENTAR EL ROBO
Capristo tenía varias armas registradas legalmente. Todo indica que salió de su casa con una de ellas, un revólver calibre 38, después de escuchar un disparo del chico. No está claro si el hombre también tiró. El chico tiene una pequeña herida, posiblemente de bala.
Por Raúl Kollmann
Cuando escuchó un disparo, Daniel Capristo, asesinado el miércoles a la noche en Lanús, salió a ver qué pasaba con un arma en la mano: un revólver calibre 38. No está claro todavía si Capristo alcanzó a disparar, pero esto seguramente derivó en que el ladrón reaccionara disparándole primero. Página/12 pudo verificar ayer que el camionero asesinado tiene registrado el uso de varias armas, entre ellas un revólver calibre 38 como el que se encontró en la escena del crimen, lo que confirma que Capristo salió armado para enfrentar la situación. La dura agresión contra el fiscal Enrique Lázzari demoró las pericias, el levantamiento de los rastros y la investigación en sí misma, pero con el correr de las horas parece empezar a aclararse cómo fue la secuencia que derivó en el homicidio del camionero.
Para los investigadores, tanto judiciales como policiales, todo empezó con el abordaje del chico de 14 años a los hijos de Capristo –el mayor de 24 y el menor de cinco– para robarles el Fiat Palio con el que llegaban a su casa de Lanús. El relato de los propios hijos es muy claro en este aspecto: el menor obligó a los dos hijos a bajarse del auto y pretendió llevarse el vehículo.
Sin embargo, una vez en el asiento del conductor del Palio, el ladrón no lo pudo hacer arrancar. Todo indica que en esa circunstancia se le escapó un tiro. La conclusión surge de un dato: en el parante del Fiat hay un disparo, pero según la versión que le dieron los investigadores a este diario, el proyectil impacta de adentro hacia afuera. En principio estaba la idea de que ese primer disparo fue hecho por el propio Capristo, algo que todavía está por verse, pero la impresión que tenían ayer los investigadores –por la trayectoria– es que el tiro se le escapó al adolescente.
El arma de Capristo, un revólver, no libera las vainas, ya que quedan en el tambor. Por lo tanto sólo un peritaje sobre la misma arma puede determinar si disparó o no. En cambio, en el piso se encontraron numerosas vainas de la pistola Bersa .380 con la que el muchacho asesinó al camionero. Hay un detalle que haría pensar en que Capristo disparó: el chico tiene un roce en la pierna, que podría ser compatible con el roce de un proyectil, pero como la bala no penetró, es imposible comprobarlo.
En cualquier caso, todo indica que al ladrón se le escapó el disparo dentro del auto y eso hizo que Capristo saliera de su casa armado. La lógica indica que el menor lo vio y le disparó hasta matarlo. Después empezó a correr y a unos 100 metros se deshizo de su pistola, la que fue encontrada por los vecinos y las autoridades policiales y judiciales que, después de la conmoción, recogieron las pruebas en la escena del crimen.
Según los primeros elementos de la investigación, el menor no llegó solo al robo. Sus cómplices –posiblemente dos– estaban esperándolo en un Fiat Duna a pocos metros de la casa de la calle Florida. Sin embargo, con el primer disparo, los cómplices huyeron.
El caso de Lanús vuelve a demostrar que en el noventa por ciento de los hechos, la utilización de un arma para evitar un robo trae gravísimos perjuicios. Suele ocurrir que los delincuentes tienen más sangre fría, más costumbre en la utilización del arma e incluso aparece algún cómplice que la víctima no percibe. La mayor parte de las muertes se producen cuando hay una reacción defensiva o un movimiento que el delincuente cree que es para atacarlo.
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