Lunes, 21 de diciembre de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › EMPRESAS QUE ANIMAN ENCUENTROS Y DISTIENDEN TENSIONES FAMILIARES DE FIN DE AñO
La tendencia de contratar una empresa de animación para festejar las fiestas de fin de año es ya una costumbre. Las estrategias que utilizan para resolver conflictos familiares mediante juegos.
Por Sonia Santoro
“¿Con quién lo pasamos este año?” “¿Navidad con mamá y Año Nuevo con los tuyos?” “Mi hermano dice que viene con la tía abuela de su marido, ¿qué le digo?” Si hay un clásico en las fiestas de fin de año es el malestar que provoca tener que festejar, juntarse con quienes no se tienen ganas de pasar ni un minuto, ver a quienes preferíamos dejar en el olvido de la infancia. Hay una forma, sin embargo, de brindar sin atragantarse y de que el lechón no caiga pesado. La idea de contratar a alguien que venga a salvarnos de este naufragio, haciéndonos divertir un rato, empieza a instalarse.
Los entendidos dicen que 2001 fue el comienzo. “Cuando fue la crisis, me cansé de vender shows. La gente nos decía ‘antes de que me la saquen me la gasto en joda’. Y a partir de ahí cambió el concepto del argentino con respecto a la fiesta. La gente comprendió que más allá de que pueda ahorrar hay que vivir, y hace fiestas. Por eso en el rubro hay mucha oferta, porque hay trabajo”, dice Walter Soria, fundador y uno de los socios de Akantar Karaoke. “La gente estaba muy mal, se quedaba sin trabajo, se iban afuera, y tenía ganas de romper con eso. Se está haciendo una sana costumbre”, acuerda Oscar Paz, de Festejarte Eventos.
Algunas precisiones. Nadie quiere juntarse en las fiestas a bailar villancicos. No hay quórum para canción navideña, Papá Noel en vivo o arbolitos y hasta renos navideños (como invitan algunas trasnochadas empresas en otros lares). Lo que la gente quiere es divertirse. ¿Y el balance anual? Ya habrá tiempo para esas cosas sesudas, bien lejos de estas noches de la copa de champagne constante y la comida copiosa.
Hace diez años que Akantar Karaoke trabaja con estos shows. Este año tienen dos fiestas después de las 12 y el brindis obligado con la familia. A la 1 de la madrugada del 25 estarán armando sus típicos juegos de integración, luego cantarán un par de canciones para romper el hielo y a partir de allí invitarán a los anfitriones a subirse al podio. De ahí a la competencia en equipos, hay un solo paso. Y nada de gaste, tomadas de punto o acosos, la idea es que todos se diviertan.
Si había una diferencia entre el suegro y tío segundo, todo queda limado. “El cantobar lo que tiene es que diluye todo tipo de diferencia. Se hace tipo 1 de la mañana, después del brindis en general, entonces ya champagne de por medio están relajados”, dice Soria. “Yo trato de integrar, busco por todos los medios. Me ha pasado estar con grupos que me decían ‘mirá que éste está peleado con el otro’. Trato de integrarlos de algún modo sin que se den cuenta”, dice Paz.
El repertorio es muy variado; se podrá elegir reggaeton, música de los ’70 u ’80. El rock nacional anda bastante bien, también la pachanguera tipo Auténticos Decadentes y se refleja un resurgimiento de Soda Stereo en el mundo karaoke, dice Soria. También dependerá de lo que por esos días ande dando vueltas en la tele. Que no aparezca el asombro si Ricardo Fort se convierte en plato fuerte post chin-chin o si Sergio Denis y su antiquísimo “cada vez que sale el sol” es coreado en éxtasis por niñas prepúberes seguidoras de Casi ángeles.
Para las dos y media de la mañana, el clímax habrá llegado a su fin, la gente agotada y el garaje habrá quedado inundado de líquidos y papeles de todo aroma y color. El coste: 2000 pesos.
Oscar Paz ofrece un show cómico musical. Comienza con chistes cortos de presentación y un poquitín acorde con lo que se festeja. Luego invita con un “crucero del humor”. Humor y magia de distintos países: España, México, Israel. “Les mecho canción típica bien divertida y alguna ilusión básica con ilusionismo”, es algo bien divertido. Cuando llegamos a Cuba los hago que me aten a una cadena. Y ahí organizo una clase de salsa en broma, mambo, merengue y terminamos bien arriba”, detalla. “Ahí llevás pantalla, sonido, proyector, los hacés cantar, bailar. Dura dos horas y media.”
Hace unos diez años, Paz que es actor, trabajaba en un proyecto teatral y en el programa de TV Ricos y Sabrosos. Ninguno andaba bien, así que aceptó la propuesta de un amigo mago de empezar a meterse con las fiestas. Desde ahí no paró. Hoy, por animar una fiesta en cualquier fecha cobra entre 1200 y 1400 pesos y la noche de Navidad o fin de año, 2500. “Es como una hermosa terapia, la de la risa”, apunta.
Y la gente, dicen, por suerte, festeja.
La terapia de la fiesta
Diciembre es momento de reuniones, despedidas, encuentros y convites. En familia o armados por la empresa, estos encuentros suelen tener bastante de compromiso y de pasar, como sea, el momento. Hay algunas propuestas, sin embargo, que buscan que aun estas reuniones se puedan disfrutar o puedan servir como terapia.
Laberinto Eventos propone una “animación recreativa” con juegos que integren a todas las edades. “En el living de una casa los dividimos en grupos y los hacemos compartir una fiesta divertida y kilombera. Proponemos salir de la cosa más acartonada de las fiestas y la verdad tiene efecto integrador porque el juego es así, jugar integra, jugar te hace relacionar con los demás”, explican. Si los chicos saben leer y escribir, la propuesta integra a las dos generaciones. Y a las tres si hay abuelos. Si no saben, se copan viendo que los grandes juegan. “Los chicos se quedan atónitos porque los hacemos trabajar con láminas, con música de película y como los adultos hemos perdido esa parte de cotidianidad en el juego los chicos se sorprenden de lo que hacemos.”
La saturación de festejos tiene sus consecuencias: “Te encontrás con gente muy cansada que encuentra en la animación un espacio donde poder limpiarse la cabeza, donde poder pasar un rato diferente a la cotidianidad agobiante y a la fiesta tras fiesta que se vive ahora, es un continuo de festejo que no tiene parte lúdica, y cuando la gente se encuentra con algo así se nota que lo aprovechan al mango, que le sacan el juego. Hay como una acción terapéutica de la animación, de jugarse por algo que no es tan importante. Volver a la interacción más humana y más primitiva”.
También con grupos que se enojan o están de mal humor porque hay empresas que no les aumentan el sueldo y se gastan todo en la animación o en hacer una fiesta con toda la pompa. “Pero en líneas generales, más allá del contexto de cada empresa o clima familiar, jugar siempre te pone en contacto con una parte que cuando la encendés despierta un montón de situaciones que tienen dormidas”, dicen.
Pablo Coca es uno de los socios de Los del Arbol, un grupo de cuatro socios que ofrece teatro de improvisación en fiestas sociales o eventos empresariales. El evento social es una oportunidad de festejar, dice. La gente está relajada y en general hay buena onda, el desafío es que se dispersen. Hacer humor tiene una cosa mágica que distiende mucho a la gente. Sí le han dicho “ojo no hablen de tal tema porque el tío de la prima tuvo tal problema” y “ojo porque mi papá está peleado con todos mis hermanos y no van a venir”, pero esas internas familiares se superan en el momento. “Llevamos al público a una zona de humor y ficción que los aleja de estas realidades.”
“En la empresa, en cambio, se juegan varias cosas –explica–. En un corporativo de fin de año, la persona que te contrata a la vez está siendo supervisada, hay empleados que no están nada contentos con la empresa y usan eso para hacer catarsis, hay gente que no se conoce y gente que sí. En el evento de fin de año ves el vínculo de la empresa con los empleados por la cara que tienen.”
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