La “averiguación del paradero” de Mónica Bauzá comenzó el 18 de agosto pasado, cuando su ex marido, con quien compartía el lugar donde vivía, aseguró que la mujer había ido al trabajo y no volvió. Pero en diciembre, luego de que la familia de Bauzá presentará ante la Justicia pruebas de maltrato por parte del ex marido, la policía realizó rastrillajes en la vivienda y el hombre denunciado, identificado como Juan Segovia, se fugó. El sospechoso estuvo prófugo hasta el miércoles, cuando la policía lo encontró mendigando en el barrio de Constitución y, entonces, el hombre confesó que había matado a su mujer de un palazo y la había enterrado. La policía encontró ayer su cuerpo, enterrado en la parte trasera de la casa. El hermano de la víctima agregó a su sobrino –hijo de la víctima–, policía en actividad, como posible cómplice del crimen. El caso está calificado como “homicidio agravado por el vínculo”.

Mónica Bauzá y Juan Segovia estuvieron casados por 30 años y hace cinco se habían separado. El distanciamiento de la pareja fue relativo, ya que el hombre dejó la casa en la que vivían con sus tres hijos, de 26, 13 y 12 años, pero se acomodó en un galpón en el fondo del terreno ubicado en la calle 68, entre 153 y 154, de la localidad de Los Hornos, La Plata.

La mañana del 18 agosto fue la última vez que se vio a Mónica. Según su ex marido, había ido a trabajar a la vecina localidad de Gonnet. Pedro Bauzá y Marta Miranda, padres de la víctima, denunciaron la desaparición y comenzaron a realizar marchas de silencio por el barrio, a las que se sumaron los vecinos. Según fuentes policiales, de esas marchas también había participado Segovia. Sin embargo, la familia de la mujer, desconfiada de la versión de la desaparición, aportó a la fiscal Ana María Medina de la UFI Nº 1 documentación que acreditaba que había denunciado a Segovia por malos tratos. “El la maltrataba y le pegaba. Mónica lo denunció varias veces, pero nunca pasó nada”, resaltó Miranda.

A partir de las denuncias por malos tratos, la policía llegó a la vivienda para hacer rastrillajes y, según fuentes policiales, Segovia los recibió y hasta colaboró con las tareas. Antes de que terminase el operativo, el hombre adujo que iría hasta la casa donde vivía su ex esposa para ver a sus hijos, pero lo que hizo fue fugarse sin llevarse dinero, ropa, ni el celular ni sus remedios para la diabetes.

La causa continuó con la carátula de “averiguación de paradero”, pero las tareas policiales se intensificaron en la búsqueda del hombre prófugo. El miércoles, detectives de Investigaciones Complejas de La Plata encontraron a Segovia mendigando en las calles de Constitución. Rodeado por los uniformados, otra vez, “tras varias respuestas dudosas se quebró y confesó lo que había hecho”, aseguró la madre de la víctima.

Por orden judicial, la policía volvió a la vivienda para excavar el lugar indicado por el sospechoso y encontró, en el galpón donde vivía el hombre, en la parte trasera de la casa, el cuerpo de su ex esposa. El lugar ya había sido inspeccionado, pero fuentes policiales indicaron que los perros no habían logrado hallar el cuerpo porque estaba unos dos metros bajo tierra. Aunque la autopsia de la mujer se realizará hoy a las 10 en la morgue policial, fuentes de la investigación apuntaron que “según las pericias, la mujer fue asesinada por ahorcamiento”.

Con la carátula de la causa modificada a “homicidio agravado por el vínculo”, la familia de Bauzá sumó nuevos interrogantes. “Mi ex cuñado es una persona muy enferma, diabética, y no pudo cavar el pozo solo”, advirtió Hugo Bauzá, hermano de la víctima, antes de señalar que el policía hijo mayor de la pareja “actuó como cómplice”. “En ningún momento él dijo la verdad. Por eso nosotros también tenemos sospechas. Hizo cuatro declaraciones distintas en la causa”, comentó sobre su sobrino.

El hermano de Bauzá también señaló que su sobrino “en ningún momento quiso que la familia tomase contacto con los chicos (por los dos sobrinos menores). Los chicos nos hubieran dicho la verdad”. En ese sentido, la madre de la víctima advirtió que sus nietos de 11 y 12 años “tienen que haber visto o escuchado todo”.