SOCIEDAD › EN MEDIO DEL ESCANDALO JUDICIAL, DUHALDE OPINO SOBRE EL CASO
“Lo de Belsunce es apasionante”
La denuncia de un abogado por la “inacción” de los responsables de la investigación acentuó la guerra judicial. Un juez se despachó sin piedad contra el fiscal que lleva la causa. El crimen sigue impune. Y para el Presidente, el tema es “apasionante”.
Por Horacio Cecchi y Raúl Kollmann
Una furibunda polémica se desató entre el juez de San Isidro, Juan Makintach –el primero en intervenir en el caso García Belsunce–, y el abogado Juan Carlos Iglesias, quien lo denunció junto al juez Diego Barroetaveña y al fiscal Diego Molina Pico, por incumplimiento de los deberes de funcionario público en el crimen de María Marta. El cruce de opiniones fue de tono elevado: Makintach respondió a Iglesias que “primero tiene que leer el expediente y el Código Procesal. Yo me excusé cuando me llegó el caso”. Y agregó que el fiscal Molina Pico “debió informarme sobre la apertura de la investigación el mismo 28 de octubre. Ese día él ya sabía que fue una muerte traumática”. El caso recibió además una opinión tan sorpresiva como estelar: “Es apasionante, lo sigo atentamente por televisión”, evaluó técnicamente el presidente Eduardo Duhalde, dispuesto a salir a la palestra mientras medio Poder Judicial se acusaba, tironeaba y debatía entre el ocultamiento y la inacción. La polémica y la altísima intervención condimentaron aún más el ambiente que rodea al Carmel y desviaron la atención hacia lo que parece una nueva vertiente del crimen en el country club: el expediente García Belsunce III y la banalización.
Antecedentes: el martes pasado, el abogado Juan Carlos Iglesias afirmó haber presentado ante el fiscal general de La Plata, Héctor Vogliolo, una denuncia por incumplimiento de los deberes de funcionario contra el fiscal de Pilar Diego Molina Pico, y los jueces de San Isidro, Diego Barroetaveña y Juan Makintach. Como ya es público y notorio, Molina Pico y Barroetaveña intervienen como fiscal y juez de Garantías en la investigación por el crimen de María Marta. Por su parte, Makintach fue el primero en recibir el caso de manos del propio fiscal, a mediados de noviembre, y se excusó inmediatamente por “tener una amistad de 30 años con Horacio García Belsunce hijo”, según reveló el propio Makintach a este diario el 12 de diciembre pasado, apenas el caso saltó a la luz pública.
Las evidencias de que saltó a la luz pública, si es que hacen falta evidencias, las confirmó con un sello particularmente técnico el propio presidente Duhalde: “¡Apasionante! ¡Cómo no voy a estar en este tema! Estoy todo el día. Como la mayoría de nosotros”, subrayó Duhalde, sin aclarar si la primera persona del plural hacía mención a otros presidentes, o si el caso lo bajaba durante todo el día del sillón de Rivadavia. Aclaró, muy cauteloso, que carecía de hipótesis al respecto, pero aseguró que “estoy asombrado siguiendo el caso por los medios. Me impacta que puedan pasar cosas que, a veces, algunos creen que pueden pasar en otros niveles de la sociedad”.
Más allá de las disquisiciones presidenciales, Iglesias acusó a los tres funcionarios de dilatar el caso quince días. “Si hubiera sido en la Villa 21 hoy habría 50 detenidos. Hay un Código Procesal y un Código Penal para algunos countries y algunas familias. Estos funcionarios no han dejado error sin cometer”, y apuntó contra Molina Pico y Makintach: “Los funcionarios amigos de la familia no pueden intervenir”.
Makintach salió al cruce. “En primer lugar, no recuerdo a este abogado ni ninguna causa que haya presentado. A lo mejor, en la mesa de entradas alguna vez le recibieron algo, pero yo no lo recuerdo. En segundo lugar -aclaró el juez a Página/12–, debería primero leer el expediente y no hacer una denuncia con recortes de diarios, y leer el Código Procesal. Yo no dilaté nada. Recibí el expediente el 16 o 17 de noviembre. Lo trajo a mi escritorio Molina Pico en persona, para solicitar un exhorto a un juez de Capital para realizar la autopsia.” Al leer los 30 folios que tenía la causa, Makintach decidió apartarse por su relación amical de 30 años con Horacio, el hermano de la víctima. “Es un deber y un derecho”, explicó el juez.
Makintach explicó que “en casos de muerte no traumática, el fiscal puede hacer averiguaciones sin necesidad de informarle al juez. Pero cuando se trata de una muerte traumática, la policía y el fiscal deben darintervención al juez de turno”. Makintach se encontraba de turno hasta el 31 de octubre. Como ya informó este diario, Molina Pico y Degastaldi se presentaron el 28 de ese mes en la casa del country, cuando se realizaba el velorio. Dos altos funcionarios entrometiéndose en un velorio de status encumbrado por un resbalón en una ducha. Esas presencias no cierran. “A menos que las sospechas fueran otras”, explicó una fuente estrechamente ligada al caso. Esas sospechas tuvieron su correveidile en las propias calles del Carmel: “En la primera semana, en el country ya se hablaba de que a la señora la habían matado a golpes”, reveló la empleada Ema Benítez, quien con Mirta Molina habían sido convocadas para lavar las manchas de sangre que empapaban paredes, pisos y alfombras, en el baño y el dormitorio.
Frente a ese escenario, con los corrillos de vecinos, con el propio esposo de María Marta recibiendo a Molina Pico y Degastaldi con la versión del resbalón en la bañera, y con las dudas reconocidas públicamente por Juan Romero Victorica sobre lo que realmente ocurrió con ella, resulta muy difícil suponer que el fiscal, el mismo 28 de octubre, no imaginara un accidente. Y en caso de accidente, como señaló Makintach, el fiscal debería dar parte al juez. A esto habría que agregar el comentario de un investigador: “La duda del pituto ya corría el mismo 28”. Pero recién el 14 de noviembre, según Molina Pico, y el 16, según Makintach, el expediente pasó a manos del juez, quien inmediatamente se excusó. Es decir, entre 17 y 19 días después.
El caso pasó a Barroetaveña, pero éste estaba de licencia, por lo que el exhorto para la autopsia lo realizó la jueza Marcela de Langhe. A ella también le llegó, horas después, el pedido de Carlos Carrascosa y los García Belsunce como particulares damnificados. La jueza les rechazó ese rol. Surgen entonces dos preguntas hasta ahora no formuladas: si Langhe rechazó ese pedido, ¿no existían ya sospechas contra ellos? La segunda tiene que ver con hechos ya públicos. Si Horacio García Belsunce llevaba una amistad de 30 años con Makintach, por qué no lo llamó apenas descubrieron al grifo asesino. La respuesta la sugirió un abogado con décadas recorriendo los pasillos de los tribunales de San Isidro: “Aunque venga de amigos, Makintach te rebota todos los pedidos para frenar autopsias”.