SOCIEDAD › OPINION

Made in Argentina

 Por Martín Granovsky

Cuando la palabra de un político es demasiado formal, el tipo queda en el grupo de los caretas. ¿Y cuando es demasiado informal? Eso hay que preguntárselo al Presidente, que ayer calificó de “apasionante” un caso criminal en el que hay un homicidio probado, el encubrimiento de la familia y las típicas fallas de la Justicia cuando un problema la saca del ladrón de gallinas.
Es difícil la vida de un presidente, y más difícil su comunicación. Si es muy formal suena vacío, alejado de la calle, vago y sin sentido. Para decirlo en cuatro palabras: Fernando de la Rúa. Y si trata de parecerse a la gente de a pie corre todos los riesgos del sentido común, que es algo distinto, y aun contrario, de la sabiduría popular. Si lo sabio es agudo, el sentido común suele ser, al contrario, una condensación del prejuicio promedio, y por eso no es un reflejo de la realidad sino una copia falsa de lo que pasa.
Pero además hay un problema de lugar institucional. Se supone que un presidente es una persona que:
- Influye en la opinión pública.
- Sin meterse en otro poder como el Judicial, está obligada a sostener valores como la lucha contra la impunidad.
- Es sensible para diferenciar un delito menor de un homicidio.
- Entiende que el encubrimiento es parte del problema argentino.
- Sabe que si enfoca el delito en un country como un novelón, tal vez despierte suspicacias porque alguien puede pensar que los apellidos famosos lo hicieron indulgente.
¿Teoría? El caso García Belsunce, como una máquina de la verdad, tensó tanto la cuerda que los pedazos empezaron a volar para todos lados. Los contactos del fiscal Juan Romero Victorica y su reacción tardía, los susurros del propagandista de la mano dura Horacio García Belsunce, la indolencia de la Justicia y, en fin, la idea de que no puede haber delito en un barrio cerrado porque se trataría de un refugio construido para huir del delito que está ahí afuera.
Afuera está el mal. Adentro, la pasión. Si el Presidente cumple su palabra de retirarse en mayo ya sabe cómo empezar el guión de una Dallas que, contribución a la sustitución de importaciones, será made in Argentina.

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