Una luz entre tanto desastre iluminó ayer las zonas de Río de Janeiro afectadas por los aludes de lodo de la semana pasada. Tres niñas y una mujer fueron rescatadas en Petrópolis, una de las ciudades más castigadas por las lluvias, después de haber pasado una semana apresadas entre escombros. Mientras, en Nova Friburgo los negocios comenzaban a abrir sus puertas, aunque las tareas de rescate no cesaban. Por su parte, Defensa Civil indicó que el número de víctimas fatales ascendía a 746, y así corrigió la cifra de 765, que se había dado erróneamente. En tanto que el Programa de Identificación de Víctimas reportó 333 desaparecidos, contabilizando sólo aquellas personas por las que se reclamó su búsqueda. Las tres mujeres rescatadas estuvieron desde el martes 11 aisladas entre escombros hasta que ayer fueron divisadas por un avión de la Fuerza Aérea Brasileña que sobrevolaba el lugar en busca de sobrevivientes. Adriana Gonzalves, de 31 años, y sus vecinas, las hermanas Ana Lívia Maia da Luz, de 8 años, Larissa Maia da Luz, de 13 y Larissa Francisa, de 14, fuero las afortunadas en medio de la tragedia. No obstante, las niñas perdieron a sus familiares y amigos del barrio Santa Rita, ubicado en la zona rural de la ciudad de Petrópolis.

En Nova Friburgo, otro epicentro de la catástrofe, los bancos y supermercados comenzaron a abrir sus puertas. Sergio Reis abrió su restaurante, aunque sólo pudo ofrecer tres platos de la carta, y trajo agua de su casa porque no había en la ciudad. Hasta en las laderas del humilde barrio de Alta Floresta, donde aludes de tierra se llevaron más de 50 casas, tiendas y bares estaban abriendo al público, en medio del trabajo de los bomberos que seguían buscando cuerpos.

En procura de evitar nuevas tragedias, las secretarías de Ambiente y de Ciencia y Tecnología de Río de Janeiro firmaron un convenio mediante el cual destinarán recursos para crear una red de inspección de áreas de riesgo en toda la provincia fluminense.