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“Es un sonido que nunca desearías oír. Es muy difícil saber que del otro lado hay gente gritando que se está muriendo y no podés hacer nada para ayudarlos”. John Dimeo relató así cómo vivió el desastre del que acababa de sobrevivir: un incendio provocado por fuegos artificiales al inicio de un recital de rock en un club nocturno de West Warmick, a 200 kilómetros de Nueva York, en Estados Unidos, que dejó al menos 95 muertos y 187 heridos el jueves a la noche, cuando más de 250 asistentes se amontonaron en la entrada queriendo escapar del infierno en que se había convertido el lugar. Lo mismo que había sucedido cuatro días antes en una discoteca de Chicago, donde 21 jóvenes murieron asfixiados temiendo un ataque químico.
La tragedia ocurrió en el estado de Rhode Island, durante un recital del grupo de heavy metal Great White. Unas bengalas iban a ser parte del show, pero el fuego terminó ganando el escenario, desde donde salían llamas que subieron por las paredes y el techo del local: en tres minutos se incendió todo el microestadio construido en madera y la mayoría de los espectadores corrieron hacia la entrada principal, mientras que otros rompieron las ventanas y lograron escapar. Según informó ayer el gobernador de Rhode Island, Don Carcieri, murieron 95 personas y hay 25 heridos en estado crítico: “Creemos haber recuperado todos los cuerpos”, afirmó luego de que bomberos y personal de rescate dieran una barrida final sobre los escombros del club.
El fuego comenzó a las 23, durante el primer tema que interpretaba la banda y muchos de los 250 fans (que llenaron la capacidad del microestadio) no escaparon de inmediato creyendo que los destellos blancos y amarillos eran un efecto especial: “Alguien me preguntó si las llamas eran parte del espectáculo y yo le contesté que creía que sí, pero mi compañera dijo que algo andaba mal y que debía salir del lugar”, contó Rena Gorshchalies, una de las camareras del club que estaba sirviendo tragos cuando comenzó el incendio. “Algunos se dirigían hacia la salida, pero escuché a otros gritar ‘¡Guau, es genial!’”, dijo Brian Butler, un periodista que filmó el inicio de la tragedia y que había ido a The Special para una investigación sobre la seguridad en los clubes nocturnos que había iniciado luego del amontonamiento en una discoteca de Chicago el lunes pasado.
La mayoría de los cuerpos fueron encontrados cerca de la puerta principal, a pesar de que el microestadio contaba con otras cuatro salidas de emergencia. “Las personas murieron quemadas o asfixiadas y en algunos casos fueron atropellados por la estampida. El problema fue que todos intentaron escapar por el mismo camino por el que entraron sin pensar que eventualmente había otras salidas: quienes murieron quedaron atrapados entre las llamas”, contó el jefe de Bomberos, Charlie Hall. Las víctimas tenían entre 15 y 40 años y habían ido a escuchar el recital del grupo californiano, formado en 1984.
“Una vez que el humo comenzó a expandirse, ya no había escapatoria; el público que estaba frente al escenario se dio vuelta y corrió hacia la entrada. Me acerqué a la puerta principal para intentar sacar a alguien pero el fuego era demasiado fuerte”, contó Joe Barber, uno de los sobrevivientes que se quemó sus manos cuando ayudaba a la gente a salir de las llamas. “Fue un amontonamiento de cuerpos, los hombres más fuertes saltaban por encima de todo el mundo. Era terrible, un pánico total”, agregó otro sobreviviente.
Los dueños del local dijeron que no sabían que el grupo utilizaría pirotecnia para el inicio del concierto, pero el cantante de Great White, Jack Russell respondió que no se habrían encendido los fuegos artificiales sin la autorización del club. El propietario de otro club nocturno afirmó que la banda usó pirotecnia sin permiso durante un recital que dio hace una semana en New Jersey.
El incendio, que fue controlado cinco horas después, dejó 187 heridos; 81 de ellos fueron trasladados a tres hospitales de la zona: 25 se encuentran en estado crítico con quemaduras e intoxicaciones. Este es el segundo incidente en un club nocturno en menos de cuatro días: el lunes pasado, 21 jóvenes murieron por asfixia y más de 50 resultaron heridos en Chicago cuando presuntamente una persona arrojó gas pimienta a tres mujeres que estaban discutiendo en la discoteca Epitome y provocó pánico entre los 1500 asistentes, que abandonaron el local creyendo que se trataba de un ataque terrorista con químicos.