Miércoles, 27 de julio de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Ana María Suppa *
No es inocente ni casual. No responde a la ineptitud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ni siquiera a la indiferencia que manifiesta hacia los grandes temas educativos ni al abandono –que es ya una marca registrada del macrismo– de todo lo que sostiene el quehacer educativo cotidiano, es decir edificios escolares, docentes, condiciones en las que se enseña y se aprende, etc. No es el resultado de la ineficiencia manifiesta de un gobierno que, teniendo recursos, no los ha asignado a las necesidades centrales de la ciudad y que ha subejecutado partidas y desviado fondos para otros destinos.
Responde a algo que va mucho más allá, que se cocina a fuego lento en el núcleo mismo del poder dominante y que tiene la “sagrada” misión de impedir que la Educación Sexual Integral con Perspectiva de Género entre a las escuelas. De ese poder Macri y sus funcionarios no son más que “gerentes y empleados” y han cumplido a rajatabla la misión. Después de varios años de debates en los que la estrategia fue una férrea resistencia a aprobar la Ley de Educación Sexual Integral y una vez que los medios instalaran el tema en la sociedad y dieran a conocer el apoyo mayoritario de la población para que la ley se aprobara, la estrategia cambió. Finalizaba el año 2006 y el macrismo avizoraba una posible victoria que sólo tardaría un año en llegar. Un año no era tiempo suficiente para implementar la ley. Había margen para aprobarla y para impedir su cumplimiento. Esta fue la estrategia del “poder” y el macrismo la ejecutó fielmente.
A casi cinco años de la aprobación de la ley, la Educación Sexual Integral brilla por su ausencia en las aulas y lo único que se ha hecho –la elaboración de los contenidos mínimos que deberían dictarse en las escuelas– no lo hizo el macrismo, lo hizo el actual ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, entonces ministro de Educación de la Ciudad. No se capacitó masivamente a los/as docentes, no se incluyó el tema en la currícula de las carreras de formación docente ni se destinó presupuesto alguno para la implementación de la ley. Cabe destacar que la partida para Educación Sexual en el 2011 es de 50.000 pesos, una cifra que daría risa si el tema no fuera tan dramático.
La derecha más recalcitrante tiene claro que la Educación Sexual Integral con perspectiva de género es una herramienta liberadora, que cambia la visión del sujeto, que lo hace dueño de sus derechos y le posibilita el ejercicio pleno y responsable de su sexualidad atacando el núcleo central sobre el que se asientan la violencia, el abuso, el sometimiento sexual y la dominación machista. Los sectores más conservadores de nuestra sociedad, los que llevan siglos ejerciendo su poder y sometiendo a los/as más débiles de una u otra manera saben que la Educación Sexual Integral y la perspectiva de género amenazan su poder y están dispuestos a dar la pelea hasta el final.
Hoy por hoy apuestan a que el macrismo gane en la Ciudad. A Macri no le interesan la educación, ni la violencia de género, ni el abuso infantil, ni las enfermedades de transmisión sexual, ni los embarazos no deseados, ni las muertes por aborto de mujeres y adolescentes, ni el futuro de nuestros/as niños/as y jóvenes y, por eso, está dispuesto a darles lo que esperan.
La tarea de quienes asumimos el compromiso de defender una educación integral de alta calidad que forme ciudadanos y ciudadanas libres, responsables y con plena conciencia de sus derechos, es impedírselo.
* Profesora y ex legisladora porteña por el FpV.
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