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La libertad de expresión de la ciudadana Irene Hurtig fue conculcada. No en los medios, donde se suele explayar ampliamente, sino en las audiencias del juicio que se le sigue a su marido, Guillermo Bártoli, a Horacio García Belsunce hijo, John “Iguana” Hurtig, Sergio Binello, Juan Gauvry Gordon y Beatriz Michelini por el encubrimiento del asesinato de María Marta. El Tribunal Oral 1 de San Isidro que lleva adelante el juicio le prohibió la entrada pese a que no será testigo ni está imputada.

El pedido de ingreso y la prohibición da vueltas alrededor de la imputación de IH, Al inicio del juicio la fiscal Laura Zyseskind pidió la imputación y detención de Irene Hurtig al acusarla directamente por el homicidio y no por su encubrimiento luego de suponerla situada en la escena del crimen. El tribunal rechazó la detención y dejó para más adelante la otra cuestión.

La defensa de Bártoli fue la que pidió que Hurtig declare como testigo, lo que fue rechazado porque no se puede ser imputado y testigo en un mismo juicio. A todo esto, IH no perdió oportunidad de poner en juego toda la coreografía disponible. Se la vio llorando, se la vio alegre, se la vio abrazada a GB, su marido, se la vio acompañada, se la vio sola, gesticulando con su mano, tomándose la frente en señal de oprobio, pidiendo con la mano a los medios que por favor le apartaran tanta cámara, se la vio rodeada de medios. Pero, sobre todo, se la vio denunciando una campaña de prensa a la misma prensa que había denunciado y declarando su verdad a cuanto periodista se le cruzara por delante.

El tribunal tomó en cuenta el estado de situación y decidió prohibir su ingreso, porque había cuestionado gravemente a los integrantes de la fiscalía. porque ya había declarado suficientemente fuera y porque temía que su presencia interfiriera en el normal desarrollo del juicio.

Fuera de esto, declaró como testigo el ingeniero Jorge Gurlekian, investigador del Conicet y del Hospital de Clínicas, creador del software Anagraf usado por la Gendarmería para reconocer la voz de Bártoli que lo incrimina seriamente. Gurlekian dijo que el software no traducía la voz de audio en palabras escritas. El programa no fue usado para traducir sino para comparar audios.