SOCIEDAD
Un motín en la cárcel de Coronda terminó después de 18 horas
Más de 1300 detenidos tuvieron bajo su control el penal en reclamo por el hacinamiento y las malas condiciones de detención. Les prometieron escuchar sus reclamos. Sólo hubo heridos leves.
Durante 18 horas, la cárcel santafesina de Coronda estuvo controlada por la totalidad de su población carcelaria, unos 1300 detenidos que se amotinaron en reclamo por las malas condiciones de detención. La protesta se inició el sábado, al atardecer, y se prolongó hasta las primeras horas de la tarde de ayer, cuando las autoridades del penal llegaron a un acuerdo con los amotinados. Durante la refriega, un guardiacárcel sufrió heridas leves de arma blanca y un detenido falleció, pero no como consecuencia de la represión sino por un edema pulmonar, según informaron las autoridades penitenciarias. De acuerdo con las mismas fuentes, los internos provocaron importantes daños en las instalaciones del penal.
Los presos aceptaron volver a sus celdas después del mediodía, tras acordar con las autoridades penitenciarias una serie de puntos, entre ellos, que no se adoptarán sanciones contra los internos que participaron del motín. También les prometieron la apertura de un canal de diálogo para que los representantes de los detenidos puedan hacer conocer sus reclamos a los directivos del penal.
Las negociaciones para finalizar el motín fueron encabezadas por el ministro de Gobierno de la provincia, Carlos Carranza, el director de la cárcel, subprefecto Eduardo Leclerc, el representante de derechos humanos Federico Garat y tres internos, quienes elaboraron un acta-acuerdo.
El ministro informó sobre la muerte de un interno, aunque aclaró que no se trató de un participante del motín sino de un preso que estaba enfermo y se encontraba en un sector alejado de los calabozos. “El interno Miguel Ariza, quien se encontraba en un calabozo de autodisciplina, murió como consecuencia de un edema pulmonar y el juez en turno ordenó la autopsia, pero no fue un interno vinculado a la revuelta”, aclaró Carranza.
El motín se inició el sábado alrededor de las 19, cuando unos 300 detenidos de los pabellones 10 y 12 tomaron el control de parte de las instalaciones luego de herir con un arma blanca a un guardiacárcel. Los guardias intentaron controlar la situación, pero debieron replegarse cuando se adhirió a la revuelta el resto de la población carcelaria.
“Son los dos pabellones más conflictivos, porque allí se alojan los detenidos más jóvenes, con mayores problemas de conducta, que tienen un régimen disciplinario más estricto, no tienen patio y, a diferencia de los otros presos, en los recreos deben permanecer en los pabellones”, dijo a Página/12 Liliana Echegoy, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario, una entidad de derechos humanos de la provincia de Santa Fe.
Según Echegoy, los reclusos de esas unidades no tienen acceso a la escuela, la biblioteca y los cultos. “Y reclaman poder recibir visitas los fines de semana. “En lugar de trabajar el conflicto, con estas medidas restrictivas, las autoridades penitenciarias lo profundizan”, lamentó la representante de la Coordinadora.
La protesta no se limitó a los reclusos de estos pabellones: se extendió al resto, que reclama por la falta de celeridad en la resolución de libertades condicionales y salidas laborales (el único juzgado de ejecución está vacante), lo que agrava la situación de hacinamiento. “Hace tres años había 900 detenidos y hoy hay 1350, y aunque se readaptaron algunos pabellones, y se alojan dos detenidos en celdas con capacidad para uno”, denunció Echegoy.
La cárcel de Coronda, ubicada 40 kilómetros al sur de la ciudad de Santa Fe, es la unidad penitenciaria de máxima seguridad de la provincia y su población es de 1380 internos. Un día antes del motín, una violenta pelea entre los grupos antagónicos de interno había finalizado con la muerte de dos reclusos.
El ministro de Gobierno informó que “el motín terminó con un daño importante de todo el penal: destruyeron instalaciones en el servicio médico y odontológico, cámaras frigoríficas, la capilla, la radio FM, la escuela primaria, la biblioteca, la sala de computación y la cocina”, enumeró. Voceros carcelarios dijeron que los presos quemaron unos dos mil libros e hicieron un asado utilizando como leña ventanas y bancos de la capilla. Carranza dijo que “va a llevar varios días restablecer la normalidad” en el penal, admitió que “aún no se sabe cómo se les va a dar de comer a los presos” y elogió la actuación de los agentes del Servicio Penitenciario y de la policía provincial porque “no dispararon ni un solo tiro”. Sin embargo, voceros de los detenidos aseguraron que fueron reprimidos con balas de goma.