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La muerte de Patricio Garrahan de algún modo cierra un capítulo en la problemática historia de la ciencia argentina.

Fue un investigador y docente universitario brillante que asumió de la manera más plena las responsabilidades de su papel tanto en la producción de conocimiento como en las relaciones con la sociedad.

Su trayectoria revela la configuración temporal de unidades de sentido, de ideas, creencias y convicciones acerca de la ciencia que reconocen las marcas de una tradición de pensamiento, de un proyecto para la educación y el conocimiento científico tantas veces puestos en peligro que por momentos parecieron en extinción.

En las respuestas que supo dar a las difíciles cuestiones que afligieron a la ciencia y a sus instituciones empeñó su extraordinaria capacidad para la argumentación crítica, su sólida formación científica, la mordacidad de su humor muchas veces atravesado por la exasperación y una finísima sensibilidad personal.

Su vastísima cultura y su amplio conocimiento de las políticas científicas infundieron a su discurso una especial profundidad que iluminó las tareas emprendidas por un grupo de científicos en un momento en el que el poder político hacía ostentación de menosprecio y descalificación por el trabajo intelectual.

Al pesar que sentimos por su muerte quienes lo conocimos y tratamos de cerca se añade la pena porque no haya podido disfrutar el cambio sustantivo producido en la situación de la ciencia en los últimos años.

* Coordinadora del Comité Nacional de Etica en la Ciencia y la Tecnología.