SOCIEDAD › SOLA PROPUSO PAGAR LAS BECAS CON LOS TRAGAMONEDAS
La educación es una timba
El gobernador dijo que si la Legislatura autoriza las maquinitas, lo recaudado iría para las becas a chicos humildes del polimodal.
Que la educación en Argentina no es prioridad es sabido, como reclamo de cacerolazo, pero en la provincia de Buenos Aires la cuestión no es tan clara. Este diario informó el martes pasado que la anulación de las becas para que 200 mil alumnos de sectores humildes completen sus estudios sería uno de los gastos recortados hasta que aparezca un dólar en las arcas vacías. Pero ayer, Felipe Solá, dispuesto a encontrar fondos en donde no los hubiere, anunció que aquello de las becas no caería en saco roto, que en realidad no estaba dada la última palabra, y que existían posibilidades de que las becas fueran, finalmente, otorgadas. Solá apostó a una jugada, al anunciar que si el Parlamento provincial aprueba el funcionamiento de los polémicos tragamonedas, parte de las monedas allí tragadas saldrán disparadas a sostener las becas.
Tratándose de estudiantes, no estará mal hacer un poco de historia. En este caso, de becas y de aparatitos plincaja.
Historia I. Tragamonedas. Los tragamonedas arrastraban una polémica tras otra. Su funcionamiento estaba suspendido en territorio bonaerense, a excepción de los casinos, donde su uso estaba amparado por una ley. Los motivos, de los más dispares; pero en el fondo, todos obedecían al bolsillo al que iban a caer las monedas. En pocas palabras, el Estado bonaerense se sentía perjudicado por la facilidad con que los fondos recolectados en las salvajes maquinitas eludían las arcas oficiales.
En noviembre del año pasado, una ley suspendió por seis meses las apuestas en tragamonedas de los bingos, hasta tanto se dictara una ley que regulara la actividad. Ya existen proyectos de ley en el Parlamento, pero el Ejecutivo enviará el suyo propio.
Historia II. Becas. En 1999, la provincia inauguró un sistema de becas para alumnos del polimodal provenientes de familias de escasos recursos. El aporte de cien pesos mensuales estaba dirigido a que los alumnos más carenciados no abandonaran sus estudios. Como suele ocurrir en cualquier situación de pobreza extrema, los libros vienen después de la comida, por lo que buena parte de esas becas fueron utilizadas para sobrevivir, lo que, en definitiva, habrá permitido seguramente que los alumnos llegaran a la escuela, cometido último de la beca. En 1999 alcanzó a 90 mil familias. En 2000, a 160 mil. Para 2001 se preveía que alcanzaría a 180 mil. En 2002, la crisis dejó todo en el aire. Así lo anunció el director general de Cultura y Educación bonaerense, Mario Oporto, quien admitió que “no hay plata para el programa”, y así lo informó Página/12 en su edición del martes pasado.
Ayer, el gobernador Felipe Solá encontró que ambas historias, la I y la II, aunque engañosamente distantes una de otra, coincidían en un punto: la cuestión pesos. Y anunció: “Si la Legislatura provincial me aprueba un proyecto de Ley y permite el funcionamiento de las máquinas tragamonedas en los bingos, actualmente prohibido, el producido de esta actividad va a conformar un fondo de becas para alumnos del polimodal”. Solá consideró que de las maquinitas se podrían recaudar “entre 80 y 90 millones de pesos”. El gobernador sostuvo que “(las becas) prácticamente no existieron el año pasado y en junio se dejaron de pagar, aunque somos conscientes de que para muchas familias ese dinero era para comer, así que no está tan claro que los chicos dejen de estudiar por la beca”.
El sindicato de docentes bonaerenses, SUTEBA, anunció una fuerte campaña para que los padres matriculen masivamente a sus hijos en las escuelas, a fin de evitar la creciente deserción que en algunos distritos alcanza al 30 por ciento, y presionar de esa forma para que se otorguen las becas.